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Narra Gulf

Después de varios kilómetros de curvas, precipicios por un lado, y la exuberante ladera verde, con barrancos y pequeñas cascadas por el otro, la carretera finalmente se adentra en un plano y pasamos por delante de un pequeño letrero que dice «parque nacional».

Mew no da la vuelta en el parque, sino que gira a la izquierda para entrar en un aparcamiento en el lado de la costa de la carretera

No hay nadie en la taquilla para cobrarnos y, como está desierto, tenemos que estacionar el auto nosotros mismos.

Mew detiene el auto junto a la reja, bajo un ciprés que extiende sus ramas, verdes, anchas y planas, como un enorme bonsái.

Está callado cuando recorre el lugar con la mirada.

-No puedo creer que estés aquí conmigo.

Se inclina y me da un beso, y yo puedo sentir una sonrisa en sus labios

-Éste es mi lugar favorito, desde siempre. Ven.

Salimos y nos paramos cerca de nuestras puertas abiertas, estirándonos bajo la luz de la
tarde. El aire aquí es diferente: más frío y ligero.

El olor del agua salada se mezcla con los aromas de los árboles y las flores que crecen y se esparcen por la colina.

No podemos ver u oír el
océano desde donde estamos, pero lo percibo, igual que puedo percibir cómo se aleja la tensión de Mew.

- Vamos a ver el agua

Y antes de que pueda responder, me toma de la mano y me lleva a una corta escalera de madera, que sube y pasa por la reja, al otro lado, donde un sendero serpentea a través de la alta hierba verde, y luego desaparece a la orilla del acantilado.

Subimos y después caminamos, tomados de la mano, por el sendero.

No hablamos, pero no tenemos que
hacerlo.

La dulzura del aire, el tacto de la mano del otro, el sonido distante del océano... todo es perfecto.

Como si fuera lo que necesitábamos y como si estuviéramos donde deberíamos estar.

Cuando llegamos a donde el sendero conduce hasta una empinada serie de escalones, la vista del océano se desdobla ante nosotros.

Hace que me detenga en seco.

- Oh!!.  Esto es precioso.

- Sabía que te gustaría -dice con una sonrisa mientras recorre con la vista la amplia ensenada de agua del color del zafiro.

En el extremo sureste, un arco blanco de agua cae sobre el acantilado y se derrama encima de la arena antes de encontrarse con el océano.

Mew toma aire a fondo y lentamente, como si se estuviera bebiendo todo el aire, comparando cada detalle
con la imagen que tiene en su memoria.

- ¿Cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que viniste?

Él no aparta los ojos del agua. - Mucho. Vine con mi padre, tal vez hace diez años. Queríamos acampar solos, en la playa. -Sonríe- Trajimos el kayak y nuestras tablas de surf y estuvimos en el agua todo el día. Luego llegamos aquí, hicimos carne y galletas con bombones y chocolate en la fogata, y miramos las estrellas fugaces sobre el océano.

𝕌𝕟 𝕃𝕒𝕥𝕚𝕕𝕠 𝔻𝕖𝕝 ℂ𝕠𝕣𝕒𝕫𝕠𝕟 .。.:*♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora