Capítulo 40: La llegada del rey

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Ubicación: Musutafu

Tiempo: actualidad



La sangre salía del cuerpo del pecoso, este perdía fuerzas debido a la explosión de sus corazones, la visión estaba borrosa, no podía concentrarse, solo trataba de encontrar a Cath.

Miraba por todos lados, cuando giró de golpe una mano con un guante negro de mostro de una grieta, era como un espejo esmerilado que no dejaba ver nada, solo la extremidad, unos ojos rojos siniestros con lo que parecía una sonrisa dijo algo con una voz tenebrosa.

— Estas muerto, guardián.

— Maldici...

Un poder colosal atacó de lleno al pecoso, usaba todas sus energías para evitar el golpe mortal, aunque su mente se desconectó por un instante.

Izuku pudo verse, estaba en su último año de la UA, su novia Uraraka lo llamaba, por los varios espejos pudo mirar cómo era más parecido a su anterior yo.

Eri corría hacia él, atrás estaba Aizawa con Mirio, muchos estudiantes le daban los buenos días, tenía un grupo de fanáticos, cuando la pequeña saltó a sus brazos sintió un gran dolor

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Eri corría hacia él, atrás estaba Aizawa con Mirio, muchos estudiantes le daban los buenos días, tenía un grupo de fanáticos, cuando la pequeña saltó a sus brazos sintió un gran dolor.

Eri lo estaba apuñalando, al igual que sus compañeros y maestro, pero en eso miró a Yaoyorozu quien le clavaba un sexto cuchillo.

— Mo... —. En ese momento regresó a la realidad al mismo tiempo que el séptimo de sus corazones eran destruidos.

— Con eso acabamos... mejor amigo.

— Iida... —. El pecoso reconoció la voz, pero esos ojos que lo miraban eran blancos.

Se sentía cansado, no podía mirar nada, lentamente se quedaba dormido...

Solo un minuto, en solo un minuto todo se estaba por ir al carajo, pantallas salían por todos lados, todo el mundo era capaz de observar lo que pasaba, una azabache caía al piso de rodillas, las fuerzas la abandonaban, su mirada estaba perdida, no sabía en qué pasaba a su alrededor, no escuchaba los gritos de Jirou.

La sonrisa del peliverde estaba en su mente, pero cuando sus ojos levantaron la mirada, observaba el cadáver de un peliverde, estaba sin moverse, sangre salía por su cuerpo y sin importar cuanto lo pisaban este no reaccionaba.

— Izu... —. Susurró la chica, sus latidos comenzaron aselarse, lagrimas recorrían su cuerpo —. Izu... ¡IZUKUUUU!

En otra parte de la ciudad un bicolor no dejaba de mirar, su mitad de fuego se prendió instantáneamente, vio como la gente golpeaban el cadáver de su hermano. Todos los que querían al pecoso estaban en shocks, tristes e impotentes.

Shinsou estaba atacando, pero su Raikiri se volvió inestable, los pilares estaban perdiendo sus habilidades dadas por sus raíces.

— Humanos ustedes son unos malditos idiotas, son tan fáciles de manipular, muchas de las civilizaciones que hemos conquistado siempre dan pelea... pero ustedes, es tan fáciles, unas pocas palabras y acaban de cavar su tumba.

La Hipocresía de la sociedad heroica-CANCELADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora