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Decir que adoraba despertarme los fines de semana muy temprano era mentira, la abuela me había encargado de su tienda, decía que al menos tendría un sustento, bueno, era cierto, pero, mis fines de semana eran sagrados.

— Oh, bienvenido, ¿puedo ayudarte en algo? – hoy me había tocado atender la tienda de la abuela un fin de semana, algo raro, pero tenía un presentimiento.

— Oh, yo..., bueno...

— Está bien, acércate – el me hizo caso con algo de inseguridad, se notaba que era menor que yo, unos dos o tres años menos tal vez – ten, no puedo darte mucho, pero espero que te gusten estos dulces.

— Gracias, em...

— Laila, Laila Yoshi, ¿cuál es tu nombre? – el me miraba algo a la defensiva, sus ojos me llamaron la atención desde que ingresó.

— Kazutora, Kazutora Hanemiya.

— Es un placer, si quieres puedes quedarte.

— ¿De verdad?

— ¡Claro! Además, un poco de compañía no está mal, sólo que cerraré dentro de un par de horas.

— Oh, no hay problema.

— ¿De verdad? ¿Tus padres no se preocuparán?

— Ellos están bien, a veces no me notan.

— Oh, entiendo, de acuerdo.

Kazutora Hanemiya, cambié de tema, sus ojos se nublaron cuando mencioné eso, tal vez, tiene problemas en casa, que mala persona soy, era alguien muy alegre, sonreía con sinceridad, con pena, pero nunca de manera falsa, su sonrisa era bonita.

— Entonces, ¿qué edad tienes?

— Tengo casi 15 años, casi 16.

— ¿He? ¿De verdad?

— ¿Por qué? ¿Parezco muy joven? Suelen decírmelo a menudo.

— Bueno, sé que eras mayor que yo, sólo que creí que no tanto.

— ¿Qué edad tienes?

— Tengo 12, muy pronto cumpliré 13.

— Oh, entonces nos llevamos 3 años, no es mucha diferencia, no te apenes.

Hablar con él, había sido algo magnífico, a pesar de ser un casi adolescente y yo una casi adulta, era un niño muy tierno, se había ganado mi atención de inmediato, tanto que siempre esperaba que pasará por la tienda, lo hacía, todos los días sin falla, a veces cuando comenzaba a cerrar el aparecía y yo siempre tenía unos dulces para él.

Mi amiga comenzaba a verme más alegre de lo normal, aunque claro, he estado así desde que la abuela falleció y mis padres se fueron, pero podía sostenerme sin ningún problema.

— Me huele a amor – ha estado mirándome toda la mañana sólo para decirme eso.

— ¿He? ¿De qué hablas?

— Has suspirado mucho últimamente, ¿es por un chico?

— No precisamente.

— Oh, eso me interesa, cuenta – Kenia, desde el primer día habíamos congeniado muy bien, era mi mejor amiga y nuestra amistad llevaba más de 5 años de conocernos, no podía esconderle nada.

— Bueno, un día llegó un chico, pero, bueno, no sé qué pensó en ese instante, pero le di unos dulces y se quedó hacerme compañía, desde ese día viene todos los días a diferentes horas, pero viene.

Ojos Dulces - Kazutora HanemiyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora