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Kenia decía que mis ojos brillaban cada que hablaba de él.

— Te gusta.

— ¿Qué?

— Ese niño, te gusta – a este punto sentí mi corazón acelerarse y mis mejillas arder.

— No digas eso, no puede suceder, digo, soy mayor que él.

— Pero pueden esperar.

— Además, tal vez le guste alguien.

— Por como hablas de él, es obvio que no es así. Entonces si te gusta.

— Cada día descubro algo nuevo de él.

— Enserio está enamorada, hay amiga, supe que ibas a sufrir, pero tranquila, aquí estoy yo, para seguir sosteniendo tus pies sobre la tierra.

— Deberías conocerlo, te agradará.

— Tal vez.

Kenia había decidido pasar ese día conmigo, no era nada aburrido estar con ella en la tienda, lo hacía de cierta manera más divertido, incluso me ayudo con las ventas, algo muy bueno, y creo que consiguió una cita.

— Laila – miré a quien me llamaba, asique sonreí y salí del mostrador para saludarlo con un abrazo.

— Kazu, es bueno verte.

— ¿Saldrás pronto?

— En unos minutos más, oh, es cierto, quiero presentarte a alguien – él se veía confundido, en este tiempo de conocernos nunca le presenté a alguien - ¡Kenia! Ven aquí.

— Voy... - escuchaba sus pasos acercarse, llevaba una cajita en la mano, cuando se acercó se sorprendió mucho - ¿Es él?

— Si, Kazu, quiero presentarte a mi única amiga, Kenia Hoshida, Kenia, él es Kazutora Hanemiya.

— Un gusto.

— El gusto es mío – Kenia se acercó mucho a él, poniéndolo nervioso, era normal aún era un niño – más te vale cuidarla, suele ser muy torpe y distraída.

— Losé, suele olvidarse las llaves cuando está a punto de cerrar.

— También espero que cuides su corazón.

— ¿Su corazón?

— ¡Kenia!

— Bueno, es hora de irme, vayan con cuidado, me caíste bien niño, espero que la cuides.

Ahora no podía verlo a la cara, él se veía confundido, digo, es normal en ese sentido, pero vamos, tampoco es tan niño para que no se dé cuenta.

— Comenzaré a cerrar.

— De acuerdo – el sólo se llevó mis cosas mientras cerraba la puerta con doble seguro, mejor prevenir que lamentar, de camino a su casa el paró de repente - ¿Qué quería decir con que cuide tu corazón?

— ¿He? Nada, ella suele ser así – el me miró no tan convencido, pero una sonrisa apareció por sus labios, oh, una sonrisa muy tierna.

— Haré que te creo – no sabía cuánto faltaba, pero había tomado mi mano entrelazándola, no dije nada, tampoco es que quiera explicaciones, tal vez me vea como su hermana mayor – sabes, contigo a mi lado, has hecho que la tormenta dentro de mí se calmé, he comenzado a trabajar en un pequeño lugar, no es mucho, pero creo que es un avance.

— Oh, eso es genial, pero si querías hacerlo, pude haberte ayudado.

— No me malentiendas, quiero saber hasta dónde puedo llegar... - paró de pronto, aun lado de nosotros estaba una casa, se escuchaban gritos – mejor vámonos.

Ojos Dulces - Kazutora HanemiyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora