30 días de OTP - Popee x Kedamono.

4-[Chupón]

Empezaba el día con energías, cada trabajador de Circus Wolf inspirado en sus cosas, se felicitaban los unos a los otros por haber hecho un buen show.

Todos celebraban, Papi felicitaba y era felicitado por el resto, Frog comía, Paola disfrutaba en su lugar, y claro, Popee fantaseaba con su fama.

Alguien faltaba ahí, el "lobo" estaba bastante feliz de su logro, también estaba emocionado, pero les dio una felicitación rápida y se fue a sentar, mirando la tele en su canal favorito. Quería distraerse de un recuerdo y pensamientos que lo consumían lentamente.

Él no tiene tanta habilidad para manejar las expresiones de la máscara, ese día se había sentido.. Enojado, y ni él entendía por qué.
Si no se alejaba, todos lo iban a notar, y no quería eso.

Y bueno, ¿Qué era lo que le había molestado así?

Se reía de vez en cuando por la TV, pero no podía sacarse sus pensamientos sin importar cuánto lo intentara.

Apagó la tele, estirándose lo suficiente para salir caminando, y se asomó al resto buscando con la mirada a su pareja.

Sin éxito, se devolvió algo desorientado por la música fuerte que estaba en ese montón de gente, representando esa fiesta después de un buen día de trabajo.

No se rindió, y optó por seguir buscando en otros lugares.

Pudo observar una pequeña sala con la luz de dentro reesplandieciente por los bordes de la puerta.

Se acercó cada vez más, y olfateó asegurándo el aroma de uno de los que concía muy bien.

Efectivamente el rubio estaba dentro, pero el aroma suyo no era el único que estaba que estaba en el lugar.

El híbrido frunció el ceño al reconocer que el otro aroma era la misma razón por la que se encontraba molesto esa vez.

El aroma era de un hombre el cual venía repleto de bolsas de dinero quien no le quitó la mirada de encima al rubio.

No le importaba que no pueda evitar mirar al oji-celeste, después de todo lo consideraba una persona a quien es imposible no mirarlo, pero la forma en la que ese señor lo había hecho, no era una mirada normal.

Seguramente solicitó una cita de negocios. Kedamono con una mueca al pensar eso, apegó su oreja a una parte delgada de la puerta para poder escuchar mejor.

Y ¿Dónde estaba el dueño del circo cuando lo necesitaban? Pues celebrando, no hay más explicación.

--Mira, aquí está el trato listo para firmar por si cambias de idea. No lo muevas de aquí, y si no lo quieres tampoco lo rompas, pero piénsalo, realmente le encantas a mi hija.--Decía con una abreviación divertida.

Kedamono sentía hervir su sangre hasta el momento en que el rubio le respondió al hombre.

--No quiero. Para empezar, usted y su hija se pueden ir a buscar pareja en otro sitio porque si no lo notó, éste lugar es un circo.-- Contestó firmemente fruenciendo ligeramente el ceño.--Yo ya tengo una pareja, y no necesito más.--Finalizó con un toque de irritación oculta en su voz.