10-[En cuatro]

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El tibio atardecer oscurecía las calles con una brisa cálida y removiente, entre los dos cuerpos de dos almas apretadas por la ocuridad anhelada desde el fondo.

--Deberíamos volver, está oscureciendo.--Pronunciaba un chico con una voz tenue y calmada, admirando las blanquecinas estrellas que asomaban en presencia.

Su compañero sonrió ante la relajación del menor, acunado por la tardina brisa fresca enredada por todo el circo.

Las luces carecían de brillo, inmersas entre los faroles iguales de desgastados que ellas.

El azulado carecía de sueño, y el separado lugar ya no era solitario gracias a la presencia de los dos. Sumando las características desde el inicio, multiplicadas por otros revueltos en la cabeza del mayor, apoyaba el observar al rubio mientras la falta de luz era consumida lentamente por la oscuridad de la noche.

El mismo rubio se giró para verlo repentinamente al sentir la mirada del mayor aplastarlo desde hace ya un rato, ocasionando el mismo efecto en este, el cual imitó la acción del menor al girarse.

El sudor frío fue ocasionado por más razones que solo la neblina y el viento, pues la inquietud presentada en sus manos, y la temblorosa disimulación, eran signos de una pequeña inseguridad.

Dejó de presentir la extrañada analización del menor en él, y fue cuando al fin había nuevamente puesto su vista al frente, intentando ahogar sus nervios tan temblorosos como si fueran una bomba a punto de explotar.

Tomó aire con un intento de manejo de calma, llenando sus pulmones de la brisa helada, y exhalándola sin hacer ningún ruido que delatara esta acción.

Al sacar el aire, sintió que gran parte de los nervios se resbalaban por sus extremidades como un río sin piedra alguna.

La tensedad también había sido arrastrada por la corriente, causante de sus músculos más relajados que antes.

Se asomó con el contrario, sentándose más cerca, y adentrándose en el campo de vista de éste.

La confusión se reemplazó por sorpresa al sentir los labios del mayor encima de los suyos antes de que preguntara alguna cosa.

Con una mano se aferró al respaldo del asiento, y con la otra apretaba su mano al hombro del mayor, hundiendo los dedos entre la piel.

Sintió su cuerpo aumentar temperatura, contagiando sus mejillas de un rosa cálido.

Entrecerró los ojos y frunció el ceño de una forma no muy notable, mayormente era él quien empezaba todo, y se sentiría demasiado.. Accesible si le permitía todos los caprichos.

Mordió el labio del contrario, y entre el jadeo del mayor, sacó probecho del momento, retomando su papel controlador que tanto anhela.

Un sabor metálico escurría del labio, mezclandose lucidamente con la saliva, la cual no paraba de moverse entre los lados.

La calidéz entre ambas bocas eran diferente entre ellas, recreando un sentimiento vivo de ambición ante el querer sentir más.

Y lo habrían hecho, habrían alimentado esa tentación de no ser por la falta de aire que tenía el mayor, la cual los obligó a separarse.
El rubio sonrió victorioso ante el logro.

--Volvamos.--Con la manga limpió por debajo de su leve labio enrojecido gracias al beso, todo esto mientras el mayor se distraía con su máscara.

Llevó la delantera en el camino, siendo perseguido por el contrario, el cual daba pasos apresurados detrás de su espalda con nerviosismo ante la oscuridad, pero manteniendo el sonrojo por la escena.

30 días de OTP - Popee x Kedamono.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora