Capítulo VI

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Estupendo. Siga señalando los diseños, y el resto de ustedes intenten no mirarme —dijo el fotógrafo.

Era sábado, y todos los chicos de la Élite habíamos sido excusados de pasar el día en la Sala de los Seleccionados.

A la hora de desayunar, Jake había hecho su anuncio sobre la fiesta de Halloween; y por la tarde nuestros donceles habían empezado a trabajar en el diseño de los disfraces, y habían venido fotógrafos para documentar todo el proceso.

Yo intentaba estar natural mientras repasaba los dibujos de Wooyoung, y mis otros donceles esperaban al otro lado de la mesa con trozos de tela, cajitas de alfileres y una cantidad absurda de plumas. El flash de la cámara nos iluminó mientras intentábamos dar diferentes opiniones. Justo mientras yo posaba sosteniendo un tejido dorado junto a la cara, llegó una visita.

Buenos días, señoritos —dijo Jake, atravesando el umbral.

No pude evitar levantar la cabeza un poco, y sentí que una sonrisa afloraba en mi rostro. El fotógrafo captó ese momento justo antes de girarse hacia Jake.

Alteza, siempre es un honor. ¿Le importaría posar con Mister Sunghoon?

—Será un placer.

Mis donceles se echaron atrás, Jake cogió unos bocetos y se situó detrás de mí, con los papeles en una mano, por delante de los dos, y la otra rodeando mi cintura. Aquel contacto significaba mucho para mí. Parecía decir: «¿Lo ves? Muy pronto podré tocarte así delante de todo el mundo. No tienes que preocuparte por nada».

El fotógrafo tomó unas cuantas fotos y luego pasó al siguiente chico de su
lista. Entonces me di cuenta de que mis donceles se habían retirado
sigilosamente y ya no estaban allí.

Tus donceles tienen talento —observó Jake—. Estos diseños son
estupendos.

Intenté actuar como siempre hacía con Jake, pero ahora las cosas eran
diferentes, mejores y peores a la vez.

Lo sé. No podría estar en mejores manos.

—¿Ya te has decidido por alguno? —preguntó, extendiendo los papeles sobre la mesa.

—A todos nos gusta la idea del pájaro. Supongo que es una referencia a mi cdena —dije, tocándome la fina cadena de plata. El colgante en forma de ruiseñor era un regalo de mi padre, y yo lo prefería sobre las ostentosas joyas que nos ofrecían en palacio.

Siento tener que decírtelo, pero creo que Sunoo también ha escogido algo que tiene que ver con pájaros. Parecía muy decidido.

No pasa nada —respondí, encogiéndome de hombros—. Las plumas tampoco me vuelven loco —de pronto la sonrisa desapareció de mi rostro—. Espera. ¿Has ido a ver a Sunoo?

Él asintió.

—Sí, he pasado un momento a charlar. Y me temo que tampoco me puedo quedar mucho rato aquí. A mi padre no le hace mucha gracia todo esto, pero entiende que mientras dure la Selección hay que organizar fiestas así, para que sea más agradable. Y ha estado de acuerdo en que será un modo mucho mejor de conocer a las familias, teniendo en cuenta las circunstancias.

—¿Qué circunstancias?

—Está deseando que hay a alguna eliminación más, y se supone que tendré que descartar a uno de los chicos después de conocer a los padres de todos. Por eso a él le parece que, cuanto antes vengan, mejor.

Hasta ese momento no había caído en que parte del plan de la fiesta de
Halloween era enviar a alguien a casa. Pensaba que simplemente era una fiesta. Aquello me puso nervioso, aunque en mi interior sabía que no había motivo para estarlo. Al menos después de nuestra conversación de la noche anterior. De todos los momentos que había compartido con Jake, ninguno me había parecido tan auténtico como aquel.

Sin dejar de repasar los bocetos, añadió:

Bueno, supongo que tendré que acabar la ronda.

—¿Ya te vas?

—No te preocupes, cariño. Te veré en la cena.

«Sí, pero en la cena nos verás a todos» , pensé.

¿Va todo bien? —pregunté.

Claro —respondió, acercándose para darme un beso rápido. En la mejilla—. Tengo que irme corriendo. Nos vemos pronto.

Y con la misma rapidez que había aparecido, desapareció.

El domingo, cuando apenas faltaba una semana para la fiesta de Halloween, el palacio era un torbellino de actividad.

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