Chapter 5

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El departamento de Harry era bastante amplio y ordenado para un hombre. Tenía unos cuantos muebles con libros y otros con fotografías de Ted Lupin, su flamante ahijado. Otras más con su inseparable amigo Ronald Weasley y la esposa de éste. Rose también era una protagonista frecuente en el mueble donde Harry dejaba las fotografías. La familia Weasley en pleno ocupaba el centro de la mesa dónde lógicamente Ginny no tenía un espacio. Las paredes eran de un color marfil y el amueblado oscuro al igual que las cortinas que vestían las ventanas. En definitiva era un departamento digno de un hombre soltero. El lugar era acogedor pero ya extrañaba su hogar, era un alivio que Homero estuviese allí con ella.

El siguiente lugar del departamento que Ginny conoció fue la habitación. El solo hecho de poner un pies en ese sitio un aroma electrizante y completamente excitante le inundó los sentidos a la mujer. Ella recordaba ese aroma hasta en sueños y estaba segura que la perseguiría hasta la muerte. Siendo fiel al estilo de la sala el cuarto también tenía amueblados oscuros, las paredes eran de un tono oscuro como el acero y las cortinas contrastaban en un pulcro color gris. La colcha de la cama era del mismo tono que los ojos de Harry, un verde profundo y esmeralda. Ginny suspiró, sintiendo miedo de todas las emociones que ese simple cuarto le hacía sentir. De pronto quiso correr y alejarse de él pero eso, evidentemente no sería una decisión valiente. Miro la cama y reparó en un detalle que le aceleró los latidos de su corazón.

― ¿Dormiremos ahí? - Preguntó torpemente.

― Si prefieres lo hacemos en la tina del baño…

― ¿Por qué no puedes simplemente responder lo que te preguntan, Potter?

― Porque tus preguntas usualmente ameritan una respuesta sin sentido…

― ¿Insinúas que mis preguntas son estúpidas?

― No lo insinúo… pero podría asentir generosamente a tus recientes dichos. - Ginny lo miró furiosa.

― Eres…

― Cállate de una vez, ¿quieres?

― ¡Pues no! Siempre buscas motivos para fastidiarme, siempre te divierte verme enfurecida, dime una cosa Potter ¿te infunde alguna especie de autocontrol para evitar cometer alguna imprudencia conmigo? - Ginny había puesto el dedo en la herida. Harry la miró con el ceño fruncido y ese acercamiento que no se había concretado por la mañana en la cama de la pelirroja parecía estar flotando en el aire. Él se acercó aún más hasta ella dejándola prisionera entre la pared de la habitación y su propio cuerpo.

― Te aseguro que no me interesa cometer una imprudencia contigo, Weasley. Ya te lo dije un vez tú no eres una mujer que pueda "alterar" mi autocontrol. Y sí, aunque se te revuelva el estómago dormiremos en esa pequeña cama…

El único que parecía disfrutar del departamento era Homero que exploraba todos los sitios desconocidos del lugar. Harry y Ginny no se volvieron a hablar durante toda la tarde, ni siquiera cuando él tomó la decisión de darse una ducha… ella simplemente lo siguió. Ni mucho menos hablaron cuando fue Ginny quien tomó la ducha y estuviera bajo ella unos cuantos minutos más de los necesarios. Ella fiel a su pijama de polerita con finos tirantes y pantaloncitos que apenas cubría su trasero. Esta vez solo hubo una diferencia. El color. Ahora ella usaba un pijama verde oscuro profundo, esmeralda… y ese contraste a él se le hizo tan inhumanamente irresistible que estuvo a punto de saltar sobre la muchacha. Y para huir de esa tentación se limitó a arrastrarla hasta la cocina para comenzar a preparar la cena.

― Está delicioso. - Comentó Ginny unos minutos más tarde cansada de ese silencio impuesto por los dos mientras jugaba con un trozo de pollo. Harry la miró.

Atado a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora