Atado a ti

Chapter 9

El reloj anunciaba que casi faltaban quince minutos para la media noche, se quitó el abrigo y de éste calleron unos pocos copos de nieve, segundos después apareció Homero en cuanto el perro lo reconoció movió su cola feliz de verlo y se acercó para que el hombre le rascara las orejas.

― Muy bien muchacho, cuando yo no estoy tú cuidas a la familia. ― Sonrió Harry.

El perro se paró en dos patas y dio unos saltitos Harry sonrió y lo calmó con unas caricias. Se dirigió hasta su habitación y en cuanto abrió la puerta le preocupó no ver a Ginny allí. Recorrió con la vista toda la habitación y no había rastro de la pelirroja, caminó rápidamente hasta la alcoba de Ted y de la misma forma en que se sorprendió se alivió. El terror en su corazó le dio paso a la ternura... Ginny dormía profundamente mientras abrazaba a Ted y él tomaba su mano. Harry sonrió y se acercó lentamente intentando no hacer ruidos... suspiró. Era todo tan real como agradable y del mismo modo confuso y doloroso, Ginny podría quedarse en su departamento toda la vida fingir quererlo y él creer que ella lo quería y todo sería fácil. Podría darle una familia de verdad a su ahijado y de paso anhelar hijos con su mujer... pero la realidad era otra, bastante cruel y masoquista. Ella no lo quería, se estaba burlando de él y jamás tendría hijos con él. Un hijo que tantas veces en la adolescencia habían imaginado. Ese pasado había matado su futuro, antes había creído en ella, había añorado cada palabra, y amado su existecia cuando apenas tenía dieciséis años y ahora que tenía veintisiete no terminaba por acabar esa tortura. Es que era difícil de imaginar que un amor que fue tan grande hoy lo dañaba profundamente. Y sin embargo cada sufrimiento moría con una mirada de Ginny, con cada risa, cada beso, cada palabra y en ese momento ella era tan dulce que no quería arriesgar lo poco que existía entre ellos, aunque fuese falso e inexistente por parte de ella. Esos días eran una cápsula dónde lo exterior dejaba de importar, pero lamentablemente el que careciera de importancia aquellos días no significa que él olvidara la traición de Ginny años atrás.

Ted dormía profundamente con la boca abierta y Harry sonrió. Miró a Ginny... ella parecía un ángel nadando en las profundidades del mar de los sueños, sus manos se desesperaron por tocarla y sus dedos tocaron los finos labios de la mujer.

― Amor... ― Susurró sonriendo ella, aún dormida ― Harry... ― Amplió su sonrisa y lentamente abrió sus ojos. Ya la sonrisa no cabía en su rostro de felicidad al ver el rostro de Harry. Se separó lentamente de Ted para no despertarlo, Harry sacó las mantas que cubrían el cuerpo de su mujer y sonrió.

― Pero si ese es mi pijama. ― Ella sonrió colorada y lo miró.

― Realmente te extrañaba...

― Eres la mujer más tierna que conozco, Ginevra ― Suspiró. Ella volvió a sonreír y tras unos segundos lo miró como si buscara alguna imperfección en él.

― ¿Cómo te fue en la misión? ¿Te encuentras bien? ¿Tienes hambre? ― Él sonrió y negó. Estaba cansado pero dispuesto a aquel último esfuerzo físico por esa noche. Levantó a Ginny en sus brazos y ella sonrió.

― Lo único que quiero ahora es sentir que estás conmigo, Ginny. ― Ella lo miró a los ojos y vio todo lo que ella necesitaba en su vida. Vio un mundo formado por vigas de esperanza, tejado de ilusión, y suelo de amor y de lo que se terminara de construir aquella edificación sería la historia que ella quería forjar con Harry. Ese era el mundo que una vez Harry le entregara y no sabía cómo volver a estar en ese lugar con él. Ese hombre que ahora la miraba con ternura no entendía cuanto le costó querer continuar y lo fácil que era entregarse a sus brazos sin medidas ni garantías. Harry estaba cruzando el umbral de su habitación y con una delicadeza tremenda dejó a Ginny sobre la cama, y él hizo lo mismo en cuestión de segundos.