El despertar había sido magnífico al igual que la ducha seguido también de un desayuno contundente después de no haber probado casi nada de bocado el día anterior. Ambos llegaron sonrientes al ministerio, insólitamente bromeando, lo que era casi una tragedia presenciar para las personas que pudieron ser testigos de aquello. Todo el mundo mágico sabía que ellos se odiaban. Para suerte de estas personas que supuestamente se odiaban el elevador estaba vacío cuando subieron en él y continuaron faltando a la rutina y se besaron felices y sonrientes de cada susurro que saliese de la boca de ambos cuando un beso finalizara. Cuando se encaminaron hasta el cuartel sus manos, que cabe decir no iban esposadas, iban ligeramente entrelazadas sus dedos jugaban y sonreían igual que dos adolescentes enamorados.
― ¡Ginny! ― Exclamaba la preocupada voz de Alfred Walker cuando llegaran al cuartel lanzándose a los brazos de la pelirroja, rompiendo todo contacto físico que ella tuviese con Harry. El rostro de éste último se tensó y la muchacha lo miró inmediatamente intentando encontrase con esa mirada verde, algo que no encontró. Él ya se había marchado hasta su cubículo. ― ¿Cómo estás? Peter me comentó que al parecer te encontrabas en mal estado, estabas enferma ― Añadió preocupado, ella se soltó suavemente de su compañero y le sonrió gentilmente.
― Estoy bien, gracias a los cuidados de Harry… él fue muy amable. ― De solo recordar aquella "amabilidad" que ese hombre demasiado perfecto a su ver le había profesado sentía recorrer la sangre en sus venas provocándole escalofríos, algo muy parecido a la sensación de los besos de Harry.
― ¿Qué fue lo que te sucedió?
― Nada grave, solo una gripe… pero ya estoy mucho mejor. ― Sonrió.
― Me alegro… para algo bueno que sirva Potter…
― No digas eso ― Repuso molesta arqueando las cejas ― Harry fue de una gran ayuda, si no fuese por él seguramente yo no estaría ahora hablando contigo, Alfred ― El hombre la miró con expresión dolida, aun así le sonrió.
― ¡Weasley! ― Decía una potente voz, la humanidad de su jefe aparecía en el umbral de su oficina. Ella se disculpó con su compañero y caminó hasta dónde estaba su jefe.
― Buenos días, señor.
― ¿Cómo se encuentra señorita Weasley? ― Preguntó Kingsley mirando unos papeles sin prestar la menor atención visual en la mujer, ella sonrió. Cuando su jefe se enfrascaba en los primeros papeles de cada mañana ni siquiera el mismísimo Voldemort entregándose lo distraería.
― Estupendamente, señor, muchas gracias. ― Ambos entraron en la oficina.
― Perfecto. Reúna a Williams, Lehigh y Jacobs y diríjanse al sur del país. Es una comitiva especial, solo es un interrogatorio y la confirmación de la localidad con las coordenadas exactas, Weasley. ― El hombre le entregó una carpeta con la información necesaria para realizar el interrogatorio. ― Quiero el informe, el interrogatorio, las coordenadas y el punto de vista de los cuatro redactados en este informe a las 15:00 horas, Weasley, ni un minuto más ni un minuto menos. ― Añadió en tono de advertencia.
― Sí, señor ― Ginny tomó el pomo de la puerta y antes de girarlo Kingsley la miró y le habló una vez más.
― Dígale a Potter que hizo un gran trabajo cuidándola. A pesar de ser solo un día sus compañeros la extrañaron, señorita Weasley ― Ella se ruborizó y le sonrió.
― Muchas gracias señor, permiso.
Luego de hablar con sus compañeros y éstos preguntarles como seguía y recibir el afectuoso cariño de ellos, habló con los implicados en la misión que su jefe les encomendara y resistir un innecesario discurso por parte de Alfred Walker acerca de los cuidados que debía tener en aquella misión. Ginny debió recordarle que ella era un Auror también. Sólo después de aquella intervención pudo dirigirse al cubículo de la única persona que ansiaba ver.
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Atado a ti
RomancePasan los años, pero el dolor, el orgullo, y el amor sigue intacto... los errores no se olvidan fácilmente. Harry y Ginny se ven obligados a estar esposados para poder entenderse. ¿Lo harán odiándose como ellos lo hacen?