Cap. 13

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Al salir del pabellón, con un escaso desayuno encima, y a duras penas despierta, vio a Rick, Carol, T-Dog y Daryl, quienes ya estaban encargándose de la organización. Dedujo que seguramente habían despertado más temprano que todos -a juzgar por las pilas de cadáveres en el patio.

Primero meterían los autos, luego sí, quemarían los cuerpos de caminantes que habían hallado por todo el recinto. Según le explicó el líder.

Ofreció su ayuda, la cual Rick no dudó en aceptar.

Acomodó la palanca de cambios en reversa y pisó el acelerador, mirando por los espejos para no chocar contra nada ni nadie. Estacionó el auto junto los demás y bajó de un brinco, dando pequeños saltitos se acercó al grupo nuevamente.

—¿Dónde están Glenn y Maggie? Nos vendría bien su ayuda—, comentó Carol, acomodando una pañoleta sobre su cabeza, pues el sol ardía sobre sus cabezas con fuerza, y no quería insolarse.

—Arriba en la torre de vigilancia—, respondió T-Dog señalando la mencionada construcción. Giraron sus cabezas hacia el lugar mencionado.

—Estuvieron ahí anoche—, Rick frunció el ceño, no entendiendo el por qué seguían ahí -se suponía que debían cambiar sus puestos cada cierta cantidad de horas.

—¡Glenn, Maggie!—, gritó Daryl, hacia la torre. Y en cuestión de segundos Glenn se asomó, semidesnudo, acomodando su pantalón, y Maggie apenas asomó su cabeza—. ¡¿Vienen?!

Las risas escaparon de sus labios, era inevitable. Los habían interrumpido en el peor momento.

—¡En un minuto!

—Enfermos—, gruñó Maggie en voz un poco más baja, pero lo suficiente para ser escuchada.

Giraron sobre sus ejes dispuestos a regresar a sus tareas, mientras la parejita se vestía y bajaba a ayudar. 

Antes de dar siquiera un paso, por la esquina de uno de sus ojos vio dos figuras salir del pabellón contiguo al de ellos. Eran los dos reos restantes. El rubio de bigote gracioso y el moreno de pocas palabras.

—Rick...—, llamó en voz baja, girando entonces su eje; el nombrado imitó su acción, curioso. 

En cuanto el líder vio a los dos presos, se giró hacia ellos: —Acompáñenme.

Los cuatro siguieron al hombre de cerca. 

No le agradaba la presencia de los reos ahí. No sabía qué crímenes habían cometido en el pasado, que los llevaron tras las rejas, pero no necesitaba conocerlos para saber que no podía confiar en ellos -al menos no aún. Ya había tenido muchas malas experiencias por lo mismo.

A paso rápido se acercaron a los dos hombres. Sentía ya el malhumor del líder emanar de sus poros, y el evidente fastidio de Daryl solo por ver a los presidiarios.

—Teníamos un acuerdo—, fue Rick el primero en hablar, deteniéndose frente a ellos. 

—Lo sabemos, señor—, empezó el rubio, Axel—. Por favor. Hicimos un trato, pero deben entender, no podemos vivir ni un minuto más en ese lugar. Ese lugar, los cadáveres, eran gente conocida. Y ahora hay sangre y cerebros por todo el lugar. Hay fantasmas, señor.

—¿Por qué no sacan los cuerpos?—, T-Dog inquirió, obvio. 

La pecosa asintió, dándole la razón al moreno.

Maggie y Glenn aparecieron entonces, saliendo de la torre de vigilancia -ya bien vestidos.

—El alambrado se cayó en el ala más lejana. En cuanto salimos, esas cosas nos atacan—, explicó el segundo preso, Oscar. 

Lonely Heart || Daryl Dixon [twd]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora