Cap. 17

170 19 5
                                    

—¿Todo bien?—, cuestionó hacia el mayor, notando su mirada casi preocupada.

—Creo que eso debería preguntarlo yo.

—¿Por qué lo dices?

—Daryl y tu—, siguió el canoso como si fuera obvio.

Porque era malditamente obvio.

—¿Qué sucede con Daryl y conmigo?—, improvisó, fingió demencia. La Oakland del pasado estaría orgullosa de su asombrosa técnica de evasión. 

—Los conozco desde hace un tiempo—, empezó Hershel—. El suficiente para saber ciertas cosas sobre ustedes. Tampoco pretendo entrometerme en su relación o sus asuntos.

Asintió dándole absoluto consentimiento para que continuara hablando, pues el mayor realmente parecía temer meterse en asuntos ajenos.

—Son mejores amigos, se conocen desde antes que todo esto pasara—, la pecosa asintió a ambas frases, era correcto. Y el mayor continuó enumerando los datos bien sabidos por todos en el grupo—. Él vela por ti y tu por él. Exceptuando a Merle, eres lo único que le queda de su antigua vida; y él a ti.

Nuevamente, era correcto.

—Quisiera saber qué sucedió.

—Cuando él se fue con Merle sentí que me habían abandonado—, resumió finamente, no sintiéndose capaz de escuchar el rumbo que las palabras de Hershel tomarían después—. Entiendo que es su hermano, su familia, lo hago. Pero...

Y antes de seguir, se dijo a sí misma que no diría palabra alguna de aquel casi beso con el cazador. Porque aquel suceso no era relevante.

—Pero.

—Detrás hay mucha historia, y promesas—, o quizás solo buscaba algo a lo cual aferrarse—. Quizás todo eso ya ni siquiera vale, pero igual. Se siente como una daga.

—Eres una persona—, el canoso le recordó, mirando a la chica como lo haría si fuera alguna de sus hijas—. Eres humana. Y tienes derecho a sentir.

Oaks asintió tragando con fuerza, y apartando la mirada en cuanto sintió las lágrimas agolparse en sus ojos.

No era el momento para eso. Pero las palabras de Hershel resultaban en su pecho como una caricia paternal, como el confort de un abrazo de su padre.

Ya ni siquiera recordaba la última vez que vio a su padre. La última vez que lo abrazó. Y quiso llorar con más fuerza.

Sorbió su nariz, ahuyentando las lágrimas con insistencia y alzó su rostro al cielo. Siempre bajo la mirada de Hershel.

—Antes de todo esto ellos dos me salvaron la vida. Y antes de todo esto, todo lo que tenía eran a Merle y a Daryl, solo ellos dos—, explicó con nostalgia recordando las tardes en el taller mecánico, viendo a Daryl arreglar la motocicleta, cubierto hasta la coronilla de aceite automotriz, y a Merle sentado a un lado viendo al menor esforzarse por reparar su vehículo—. Ni siquiera sé cómo logré hacerlos jurar que no me abandonarían. Que, a donde fuera que fueran, me llevarían con ellos. A Merle en especial.

Una pequeña sonrisa surgió en los labios de Hershel, y ella se contagió del tímido gesto pasajero.

—Y cuando Rick me dijo que Daryl se había ido con Merle. No lo tomes a mal, pero sentí que estaba sola. Que no me quedaba nada ni nadie aquí, en la prisión—, explicó y el hombre parecía entender a qué se refería exactamente—. Cuando regresaron, estaba feliz a morir. Pero enojada. Porque me habían dejado, porque me habían mentido...- —, se interrumpió a sí misma, cortando su frase en seco al ver por la esquina del ojo a Daryl regresar junto a Martínez—. Como sea. Él no entendió el por qué de mi enojo, y eso lo enojó a él.

Lonely Heart || Daryl Dixon [twd]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora