La Bienvenida

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DOS CARAS

Por Torenza

Traducido por Inuhanya

Disclaimer: No hago nada más que mis ideas. Por favor, no se las roben, o lloraré. Y cuando lloro hago llorar a otras personas... y eso no se ve bien... Así que no se roben mis ideas y no se roben los personajes o las ideas de Rumiko Takahashi! Y recuerden! Sigan en la escuela, niños!

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Capítulo 1

La Bienvenida

Más de la mitad de la ciudad se había reunido junto al puerto y observaban con anticipación cómo el pequeño barco se hacía visible y atracaba en uno de los lugares más cercanos a la orilla. Apenas se veía un parche de pasto verde a través de la agitada masa de personas que se habían presentado para ver a LA chica. Así hablaban de ella. No muchas personas recordaban su nombre realmente.

Kagome ya podía oír la multitud afuera y de repente sintió muy débiles las rodillas. Era difícil adaptarse tan rápido. Acababa de pasar tres hermosos meses en la costa al otro lado del país, lejos de toda esta gente, quedándose con su humilde madre. Y ahora estaba de regreso en el meollo de las cosas... ni un solo rostro familiar viajaba con ella... y apenas esbozaban una sonrisa.

"Srta. Higurashi, es hora de irnos." Su guardaespaldas le indicó que lo siguiera. Era nuevo y realmente no lo conocía muy bien. De hecho, no muchos de sus guardaespaldas parecían durar mucho tiempo.

Pero, de todos modos, lo siguió por la puerta y hacia la cubierta del barco. Una vertiginosa cantidad de ruido retumbó de repente en el aire de la multitud, haciéndola querer meterse los dedos en los oídos y regresar adentro corriendo. Apenas le dirigió una breve mirada al mar de cabezas allá afuera antes de que un tomate se estrellara en su mejilla, haciéndola tambalear. Pero le dolió aún más profundo de lo que parecía.

Su guardaespaldas finalmente tomó la iniciativa y se paró frente a ella mientras la conducía por los escalones hasta la pasarela asfaltada y comenzaba a dirigirse hacia el corredor que se había forjado entre la multitud. Incontables números de oficiales de policía estaban de pie, conteniendo la multitud con la ayuda de varias barricadas y cercas... pero aun así fue un trabajo duro. Y aquí, más cerca de la multitud, a Kagome le resultó aún más difícil esquivar lo que sea que le lanzaran.

A veces le tiraban rosas... a veces era fruta podrida. La amaban y la odiaban por igual, y seguía diciéndose a sí misma que no importaba lo que pensaran... no tenía por qué importarle. Pero para ella, todo lo que podía sentir eran los golpes de las frutas empapadas e incluso guijarros y piedras.

Había solo media milla desde el puerto hasta la carretera donde su vehículo la estaría esperando para llevársela. No era muy lejos... pero cuando tu camino estaba bloqueado con tanta gente, era una labor difícil. Cinco hombres bastante altos con traje caminaban en círculo con ella, casi escondiéndola de vista y haciéndola sentir como si estuviera en un lugar más complejo de lo que realmente estaba. Simplemente no estaban ayudando.

Otra rosa que voló por el aire le arañó la parte superior del brazo y otro tomate se deslizó entre sus escudos humanos y explotó sobre su oreja, bañándola con repugnantes jugos y semillas. Por qué todos parecían odiarla? Ella no les había hecho nada.

Después de lo que pareció una eternidad, finalmente vio su auto esperando más adelante en el bordillo de la carretera. Al otro lado de la calle había más barricadas y oficiales. Casi había llegado... entonces estaría a salvo...

De repente, una mujer logró arrastrarse por encima de las barricadas y pasar a los oficiales que estaban muy ocupados conteniendo el resto de la multitud como para ir tras ella. Corrió a toda velocidad hacia Kagome, quien se detuvo de repente, luciendo como una cierva atrapada por unos faros de luz.

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