Capitulo 3

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 El ciclo natural del sol continua, el reloj marca las ocho de la mañana, se puede escuchar ajetreado tránsito de los días laborales, Ryota de traje y corbata entra a la habitación de Kazutora para despertarlo, pero él ya no estaba allí, su cama tendida, impecable lo cual deja sorprendido a su padre, ya que su hijo no solía despertarse temprano, eso lo llena de orgullo reflejando en su rostro una sonrisa, su hijo no era el de antes, sino una nueva persona con metas totalmente diferente. Al bajar las escaleras entra Yuriko junto a Kazutora, ambos con bolsas de compras, nuevamente su padre sonrió reafirmando su postura sobre la correccional, una institución tan disciplinada pensó, Kazutora compro algo para su padre, una taza color verde con las siglas aludiendo al mejor padre del mundo, sería un regalo sorpresa, solo faltaba la envoltura, sino no sería un regalo sorpresa, mientras que Ryota salía por la puerta, despidiéndose de su familia, sin antes de volver por sus llaves y regalarle un gran abrazo a su hijo, como a su esposa, su rostro expresaba una felicidad tan pura. Luego de ordenar las compras, ambos se dieron un merecido descanso, prácticamente se lanzaron al sofá en eso Yuriko aprovecha para decirle que durante esos años ella misma se encargó de mantener su habitación limpia y ordenada, limpiando el polvo, Kazutora comenzó a sonrojarse, no por el hecho de tener una madre tan dulce, sino por algunas revistas un tanto reveladoras que ella pudiera encontrar, rápidamente se levantó del sofá y subió las escaleras, para encontrar aquella revistas que él mismo las guardo en un escondite improvisado, un mediano agujero en la pared que lo cubría el guarda ropa, haciendo fuerza logro correr el guarda ropa, allí estaba el agujero y sus revistas reveladoras, en eso que limpia el sudor de su frente lanza un gran suspiro, por poco y su madre descubre sus revistas de chicos modelando ropa interior, totalmente despreocupado lo vuelve a dejar en su escondite, busca entre las cajas que su madre las había ordenado con tanta dedicación algunos mangas para leerlos un rato, recordar los viejos momentos en blanco y negro tirado en su cama. Mientras que en las zonas departamentales Chifuyu recién comienza a desesperarse, un gran bostezo hace eco en el departamento, él ya se había acostumbrado a la compañía de Kazutora, por lo que siente raro estar solo nuevamente, aun así, no se desmotiva, baja de las escaleras y escucha tocar su puerta

—¿Naya? —pregunta Chifuyu un tanto confundido.

—¡Ella misma y en persona! —responde Naya alegremente —. Pasaba por aquí y me preguntaba si quieres ir a almorzar en algún lugar.

—¿Por qué no vas sola? —pregunta Chifuyu mientras se despereza —. Además, recién me levanto, ni siquiera tome una ducha...

—No voy sola porque siempre lo hago, es ¡muy, muy, muy aburrido! Te puedo esperar a que tomes una ducha —respondió Naya sonriendo.

—¡Si solo quieres compañía por ahí debe de andar vagabundeando Shiba! Pero si quieres puedes esperarme a que tome una ducha, tengo algunos huevos y galletitas para el desayuno ¿Te parece la idea? —dijo Chifuyu.

—¡Esta bien! Así también nos ahorramos algo... —respondió Naya.

  Mientras tanto, Kazutora baja las escaleras con sus mangas para leerlos en el sofá, pero su madre lo interrumpe con un fuerte abrazo, por un momento ella vio a un Kazutora de diez años, vio el pasado y el presente manifestarse en un instante, su orgullo más grande el joven Kazutora, ella no pudo contener sus lágrimas. Su madre es muy emocional, es como si sintiera los dolores del mundo, sufrió considerablemente cuando ella y su esposo tomaron la decisión de enviar a su hijo a una correccional, no podía soportar la idea de que su propio hijo sea un problema a nivel social, a pesar de haber tomado la decisión correcta y a tiempo, ella solía llorar en silencio, Ryota la consolaba todo el tiempo, aunque en el exterior parecía que no le afectaba, en el fondo sabía que debía de demostrar rigidez ante la situación. En eso que Kazutora ayuda a cocinar a su madre pasan unos veinte minutos, Naya espera paciente, hasta que Chifuyu sale de la ducha envuelto en una toalla color violeta haciendo sonrojar levemente a Naya que se encontraba sentada en la silla a un lado de la mesa donde suelen almorzar, cenar y desayunar nuestros tortolitos. Para cuando Chifuyu sale del baño ya es tarde para desayunar, por lo que ambos cocinan juntos, Naya prepara una salsa que hace tocar el cielo a todo paladar, derritiendo las papilas gustativas de Chifuyu, quien queda totalmente asombrado, mientras que Kazutora y su madre hacen un gran pollo al horno, colocando los preparativos a la mesa, platos de color blanco, servilletas y unos cubiertos, Ryota saldrá de la oficina a las cinco de la tarde, no podrá disfrutar un grato almuerzo con su familia.

Nuevos comienzos - FuyuToraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora