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George estaba viéndose a sí mismo en el espejo, esperaba a que llegara Quackity, aunque ya había pasado suficiente tiempo, no se extrañó, pues se le dificultaba teniendo una fiesta.

El brazo ya no le dolía tanto, solo eran manchas, pero igualmente se veía espantoso ahí, si alguien lo veía no le dudarian en preguntar.

Escuchó la puerta, supuso que sería Quackity, pero al ver que no entraba, decidió abrirle la puerta.

En cuanto la abrió, no vio a Quackity, si no a Clay, inmediatamente trató de cerrarle la puerta pero se lo impidió.

—George, porfavor.

George suspiró, no lo quería ver, pero dentro de él le rogaba por una explicación, solo una. Clay bajó su mirada al brazo de George, viendo la marca roja.

—Lo siento, no quería hacerte daño. — Habló nuevamente Clay.

George miró su brazo y luego lo ocultó detrás de él.

—Vete. — Habló bajo y suavemente George, en su voz no había nada más que tristeza, ni siquiera enojo.

—Discúlpame, no debí hablar así de ti, tampoco hacerte creer que estoy aqui para ilusionarte y tratar de quedarme con el trono, todo lo que había dicho no es cierto.

George no contestó, ni siquiera se movió, solo tenía la mirada baja, no quería ni verlo, pero aún así esperaba una respuesta para creerle de nuevo.

—Por ti he cambiado, siento que nunca ame a alguien tanto como te ame a ti.

Clay intentaba abrir la puerta poco a poco para intentar acercarse a George, este tenía la mirada perdida por lo que cada vez le interesaba menos.

—Porfavor, necesito que confíes en mi una vez más.

—¿Cuántas veces más serán? No puedo darte mi confianza esperando a que me traiciones una vez más.

—No sucederá otra vez, te lo prometo.

Clay estuvo lo suficientemente cerca de George, para tomar su mano y acariciarle la mejilla, cuando sintió de nuevo el tacto de Clay, George cerró los ojos intentando no llorar.

Clay se acercó poco a poco a los labios de George, este solo esperaba los movimientos del mayor, tenía los nervios de punta, como si fuera la primera vez que lo hicieran.

—¿Que soy para ti?

Esas palabras salieron de la boca de George casi sin querer, Clay paró y se separó un poco.

—¿Qué?

—¿Que soy para ti, Clay?

Clay no sabía porque había preguntado eso, pero decidió contestarle.

—Eres la persona de la que me enamoré. — Levantó la mano en donde estaba el anillo que le había dado anteriormente. —Y mi prometido.

Le dio un suave beso en los nudillos, George sintió un escalofrío pasar por su espalda, después miró con indiferencia el anillo, ya no le causaba emoción.

—Agradece que todo el reino se enteró del compromiso, si no, esto se hubiera acabado. — Respondió George con algo de enojo. —Creía que no me iba a casar con un desconocido en un matrimonio arreglado, pero veo que me equivoqué.

George se acomodó su camisa, después se puso el traje, Clay analizaba las palabras del contrario.

—¿Desconocido? ¿De que hablas?

—¿Como piensas tener mi confianza? Eres un desconocido para mi, no se si todas las cosas que hiciste por mi fueron por amor o por interés.

—Fueron por amor. — Clay afirmó, George acomodó su traje.

—Si hubiera sido amor se lo dirías a cualquiera. — George lo miró. —Clay, es tu mejor amigo, ni siquiera a él le dijiste que estas enamorado de mi.

—Sapnap no importa en esto.

—Lo que importa es tu orgullo y egocentrismo.

Hubo un silencio, un gran silencio, George intentaba creerle y poder volver a amarlo, pero Clay se quedaba sin excusas, Clay no pudo soltar ninguna palabra para defenderse, George se decepcionó.

—Pensé que tendrías una buena explicación para todo esto. — George bajó su mirada. —No puede ser que todavía crea en ti.

George caminó a la salida, a punto de salir se detuvo y miró a Clay.

—No quiero descartar el matrimonio porque tengo miedo por el reino, pero no lo tomes como otra oportunidad.

Salió de la habitación dejando a Clay solo y sintiéndose aun más culpable, caminó de un lado a otro tratando de buscar una solución, pero no la encontró.

Paró al sentir un choque en el piso, era la caja que le había dado a George cuando se enfermó, cuando se agachó a alzarla, pudo ver más pequeñas cajas.

Sacó una al azar, era una pequeña caja negra que le había dado cuando eran jovenes, tenía escrito su nombre con una fea letra, estaba polvosa y algo vieja.

Al ver debajo de la cama pudo ver todas las cajas que le había dado, era curioso que las guardó aunque no sabía quién era.

Inconscientemente sonrió mirando las cajas, después de un rato se levantó. Sabía lo mucho que amaba a George, al igual que sabia lo mucho que George no quería vivir en una condena al casarse con él.

Empezó a caminar a la salida, pero al abrir la puerta se encontró con Wilbur a punto de entrar, estaba serio, probablemente se había encontrado a George y este le había contado todo.

—No entiendo como George quiere seguir con el matrimonio. — Dijo de la nada Wilbur, Clay lo miró confundido.

—No confía en mi.

—Lo sé, yo tampoco lo hago.

La corona [DreamNotFound] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora