La Bella y la Bestia

Capítulo 10: Y le dio medicina para curar sus heridas

¡Psst! ¿Has estado prestando atención a los títulos de los capítulos? (Funciona mejor en Ao3 porque el límite de palabras es mayor jajaja)

Weiss no quería moverse a la mañana siguiente. Todo lo que quería hacer era pasar el resto del día en el suelo. Si no fuera por el hecho de que estaba casi en el pueblo más cercano, Weiss se habría quedado felizmente en el mismo lugar por el resto del día.

La perspectiva de enfurruñarse en una cama blanda fue motivación suficiente para que ella siguiera caminando.

Llegó al pequeño asentamiento alrededor del mediodía. El pueblo era más grande que el pueblo de Faunus, con humanos y Faunus ocupándose de sus asuntos. Sin embargo, a diferencia del pueblo anterior, la gente aquí parecía un poco tosca. Tanto el humano como Faunus parecían intentar sujetarla a punta de cuchillo para robarle, aunque la mayor parte de la hostilidad provenía de Faunus.

Weiss era consciente de las miradas que recibía de los aldeanos de Faunus mientras pasaba. Era similar a las miradas que estaba recibiendo en el otro pueblo, pero esta vez había una amenaza adicional de violencia que la hizo sentir aún más desplazada.

Después de acercarse a regañadientes a los lugareños menos intimidantes, la dirigieron al alojamiento individual para invitados. Encontró el edificio relativamente rápido. Parecía una taberna antigua, apenas sostenida por la madera desgastada.

El interior olía a humo de cigarro y alcohol. Weiss no pudo encontrar nada que se pareciera a una caja registradora, salvo el bar en el otro extremo del edificio. Estaba ocupado, con clientes almorzando o tomando una copa por la tarde. Se dio cuenta de que los patrones humanos y Faunus ocupaban las mitades opuestas de la habitación. Los patrones humanos no le dedicaron ni una sola mirada, mientras que los Faunus la miraron con dagas y susurraron fervientemente entre ellos.

Con gran vacilación, caminó dentro del edificio maloliente y hacia el bar.

Un par de cantineros humanos estaban al frente. Uno fumaba descaradamente junto a las botellas de alcohol mientras el otro se ocupaba de limpiar un vaso de cristal. Weiss decidió acercarse a este último.

"Disculpe, pero ¿esta es la posada?" Ella preguntó cortésmente.

"Está." El hombre respondió brevemente. "¿Quieres una habitación, niña?"

"Sí por favor."

Hizo un gesto al fumador para que se ocupara de ella. El otro hombre gruñó y miró a Weiss con disgusto.

"¿Quieres una habitación con baño o no?"

"Erm... baño por favor."

Después de pagar por su servicio y recuperar su llave, fue guiada al segundo nivel por un manso lagarto, Faunus, que parecía completamente aterrorizado de quedarse solo con ella; sus colegas no parecían parpadear ante su angustia visible.

A diferencia de los cantineros, estaba vestido con lo que solo podría describirse como harapos. Su uniforme era demasiado grande para él, con docenas de parches que no hacían juego remendando rasgaduras en la tela, y sus brazos eran anormalmente huesudos. Trató de entablar una pequeña conversación con él, pero se detuvo cuando solo pareció irritar más sus nervios.

Ella lo siguió en silencio por las desvencijadas escaleras en la parte trasera del edificio cerca de las cocinas. El segundo piso consistía en un pequeño pasillo con tres puertas a cada lado de la pared.

"Gracias." Ella sonrió una vez que él la condujo a su habitación al final del estrecho pasillo.

El empleado saltó visiblemente cuando ella lo miró. "H-hay algo e-algo más que pueda hacer por ti?" Murmuró, mirando hacia abajo a sus pies. Incluso sus corredores estaban plagados de agujeros.