+1 The Batfamily

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+1. Don’t call me kid, don’t call me baby look at this godforsaken mess that you made me. You showed me colors you know I can’t see with anyone else.

Jules se sobresaltó gracias al sonido de una bocina sonando en la distancia y quitó sus ojos de los rayos de sol que comenzaban a entrar por las ventanas del balcón. Había extrañado la vista desde el apartamento en Blüdhaven. Había algo en aquella ciudad ruidosa, con olores extraños y billboards coloridos, que la había conquistado. Quizás era el hecho de que su viejo amante, el hombre que había amado más que a nada, se había puesto como meta salvarla, ayudar a quienes más lo necesitaban; y no sólo ponía su vida en riesgo cada día, él daba su sangre, sudor y dinero para que la gente de ‘Haven tuviera un lugar al que llamar hogar, para que se sintieran seguros y no tuvieran miedo de salir de sus casas.

—Buen día —la pelirroja sonrió internamente cuando oyó la voz grave y aún medio dormida de Dick Grayson.

—Buen día, guapo —bromeó ella, haciendo su voz extra dulce y jovial.

Dick gruñó y se acercó al cuerpo de la joven. Jules llevaba quizás horas despierta, estaba calentita y muy suave. El hombre enterró su rostro en las piernas de la mujer, apoyando su nariz caliente en los muslos suaves, aspirando su aroma, su perfume a manzanas, el detergente de las sábanas donde durmieron y un toque sudor por las actividades de la noche anterior. Los recuerdos de sus manos y boca explorando cada rincón del cuerpo terso de Jules trajo una sonrisa a sus labios. Había extrañado tanto a su Jewel, su voz, sus ojos grandes y brillantes. Había echado de menos sus besos, gemidos, su expresión cuando acababa de despertarse.

—¿Dormiste bien, Grayson? —preguntó la joven entrelazando sus dedos en los cabellos negros del hombre. Él lanzó un gemido ronco y enterró su rostro aún más en los muslos de la menor —. ¡Dick, me haces cosquillas! —se quejó Jules usando sus manos en el cabello del mayor para alejarlo de ella.

Una risita escapó de los labios de la pelirroja cuando vio el ceño fruncido de Dick.

—Sí, es imposible dormir mal a tu lado, preciosa.

—Eres tan cursi —Jules peleó con el sonrojo que amenazaba con avergonzarla a pesar de sus palabras.

Si había algo en lo que Dick jamás la defraudaba era en inventar nuevos apodos que la hacían querer rodar los ojos o apretar su rostro en un almohadón y gritar por lo dulces que eran. De todas formas, siempre dejaba su estómago repleto de mariposas y Jules estaba consciente de lo cliché que sonaba, pero eso causaba Richard Grayson en ella. Lo odiaba.

—Me amas así, ¿o no?—Dick se congeló cuando las palabras dejaron su boca. Jules fingió no notar el desliz del hombre y bufó mientras se levantaba de la cama.

—Muero de hambre, veamos si Mr. Súper Agente 86 tiene algo de comer.

—¡Era 37, no 86, preciosa!

—¿Y cuál es la diferencia? ¿Tú tenías plan dental y los agentes 80, 81 y 82 no? —se burló la pelirroja con una sonrisa traviesa en su rostro mientras se colocaba una camiseta ya vieja de Dick que había comprado en un concierto de Black Canary.

—¡No había agentes 80 y 81! Terminaban en el 37 —terminó con una mueca casi triste el hombre.

Jules lanzó una carcajada y se acercó a Dick.

—¿En serio? ¿Tú eras el último? ¿Cómo elegían los números?

—Un examen —explicó rodando sus ojos irritado.

—Oh Dickie, no te sientas tan mal. Estoy segura que estabas teniendo un mal día cuando te tocó dar el examen.

—Sí fue así! Y mi bolígrafo no funcionaba —algo en el tono de voz le dijo a la mujer que Dick ya había repetido este mismo diálogo varias veces y la situación le pareció incluso más divertida.

two birds on a wire [dick grayson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora