⚠Como todas mis historias habrá contenido +18 y violencia⚠
Un bárbaro en busca de tierras repletas de riquezas se topará con diversos problemas en su camino.
Las cosas se tuercen, todo por capricho de la diosa de la muerte, Hela, quien tiene bajo s...
No estaba segura de cuántos días habían pasado desde que fue secuestrada por aquellos viles piratas. Había pasado de estar encerrada en la celda a encontrarse en aquella habitación que al fin y al cabo era mejor que dormir en el suelo.
La noticia de que estaba previsto que ella se convertiría en la esposa de Dabi le afectó, le partió el corazón en mil pedazos. Freya hubiera preferido que Hela se hubiese negado para escoger la muerte como su único destino, pero la malicia gobernaba cada rincón del cuerpo de la diosa de la muerte, sabía que una inmortalidad llena de desdichas era el mejor castigo de todos.
Pero en las circunstancias en las que se encontraba no podía pensar en morir, no ahora que se había dado cuenta de que cargaba con un hijo suyo y de Katsuki. Sabía que él y el resto estarían en su busca, pero no podía esperar como una damisela en peligro, tenía que actuar, aunque no tuviera poderes y fuera una simple humana eso daba igual porque su ingenio no había disminuido ni un ápice, aunque por el momento no se le ocurría ningún plan, lo único que sabía es que Hela la tenía bien arrinconada y estaba logrando lo que quería... Atraer a Katsuki.
Mientras todo esto pasaba por su mente se hallaba sentada en el borde de la cama. Las ropas con las que había llegado anteriormente fueron arrojadas al mar, ahora portaba un simple vestido blanco que dejaba sus hombros al descubierto, pertenecía a la única mujer pirata del barco, Toga, pero al ser más delgada que Freya a esta la prenda le quedaba algo ajustada, aunque al ser un vestido ancho no estaba del todo incómoda.
Sus manos se arrastraban de vez en cuando en la zona de su barriga. Cuando se había dado cuenta de que estaba embarazada le invadieron unas enormes ganas de contárselo a Katsuki, de ver su cara de felicidad al enterarse... Pero cuando sus pies volvieron a la tierra recordó la última conversación que habían tenido, decirle que estaba embarazada era añadirle otra carga más y mayor indecisión. Quería lo mejor para él y Freya no podía regalarle esa felicidad que le brindaban sus amigos y la sed de aventuras, así que... Si las cosas terminaban bien lo mejor era mantenerlo todo en secreto por muchas ganas que tuviera de contárselo.
Freya se tensó e interrumpió el fluido ritmo de sus pensamientos nada más escuchar el crujido de la puerta abriéndose. Dabi hizo acto de presencia, ahora era a él al que veía con mayor frecuencia desde que le dio "la gran noticia".
Mientras se deshacía de su chaqueta para colgarla desinteresadamente sobre una silla sus orbes celestes permanecieron fijos en el plato de comida que le había traído con anterioridad.
— Comes como un pajarito. ¿Es qué no te gusta el pescado?
Freya se encogió de hombros y volteó su mirada hacia sus manos, que permanecían entrelazadas sobre su regazo.
