⚠Como todas mis historias habrá contenido +18 y violencia⚠
Un bárbaro en busca de tierras repletas de riquezas se topará con diversos problemas en su camino.
Las cosas se tuercen, todo por capricho de la diosa de la muerte, Hela, quien tiene bajo s...
El ambiente era tenso, el contacto visual que habían establecido Hela y Katsuki era muy diferente, incluso en los ojos de ella ya no quedaba la admiración que le procesó al inicio. Casi podían aspirar el olor de la muerte. Katsuki cerró su mano con fuerza alrededor de la empuñadura de su espadón, mostrándose visiblemente molesto.
El brillo carmesí de sus orbes se intensificó como siempre sucedía cuando dejaba fluir su poder libremente.
— Me gusta esa mirada tuya... Tan fría y calculadora. Muy bella. Pero no deberías de darle la espalda a tu enemigo, es una regla básica. —Pronunció Hela con calma.
Tardó tan solo unos segundos en entender a lo que se refería. Se dio la vuelta y ante él se hallaba Khain, ese elfo oscuro con el que había tenido aquel encontronazo y que casi los cazó.
Había olvidado las enormes proporciones de su cuerpo lleno de músculos y su cara de enfado que era continua.
Pero la imagen su enorme espadón se había quedado incrustado en su cerebro, solo un ser tan fuerte como él podía cargar con algo así sobre sus hombros, como si estuviera portando una frágil y liviana pluma.
Permanecía con el arma en alto, agarrando la empuñadura con ambas manos, justo cuando se giró bajó el arma con intención de partir a Katsuki por la mitad, pero este logró saltar hacia un lado a tiempo, esquivando así el ataque. El espadón impactó contra el suelo, abriendo varias grietas.
— ¡Ten cuidado, palurdo! ¡Lo quiero con vida!
— Disculpe, mi reina, así será.
Hizo una pequeña reverencia y caminó arrastrando el arma por el suelo, emitiendo un chirrido que no era agradable para los oídos. Katsuki se puso en guardia, esperando a Khain, este caminó más rápido, cogiendo carrerilla para tratar de atestarle un golpe en la pierna, pero Katsuki logró detener su ataque chocando filo contra filo.
Sus brazos temblaban a causa de la fuerza ejercida, se separaron y volvieron a chocar espada contra espada, sus rostros permanecían cerca, llenos de odio.
— ¿Ahora quieres luchar? —Preguntó Khain divertido.—La primera vez saliste por patas...
— Ese asalto lo ganaste tú... Pero ahora me toca a mí.
