CAPÍTULO 2

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Era un día sábado. Era un día soleado y con una agradable temperatura, ideal para poder salir a dar una vuelta con amigos. Pero esa idea no estaba dentro de los planes del grupo ese día. Había pasado únicamente un día desde el robo y ya era una noticia en todos los canales. Eric seguía cambiando de un canal a otro, sin parar de ver noticias del robo y de como aparecían mencionados él y su padre, hasta que suspiró y decidió apagar la televisión.

-Van a estar así una temporada- su padre habló desde la cocina. Estaba preparando algunas cosas para la cena de ese día.

-¿Así de pesados?- suspiró Eric.

-No seas así, ya sabes que solo hacen su trabajo- sonrió Víctor.

-Pues con tu permiso, me pondré a jugar a la consola.

-Permiso concedido.

El joven rio y tomó el mando de la consola. Desde que terminó el caso, su grupo ha insistido bastante para que dejase de ser tan trabajoadicto y disfrutara más de otros hobbies interesantes. Por supuesto, aún seguía terminando trabajos antes de tiempo y haciendo deberes adelantados, pero por fortuna se iba controlando cada vez más. Sus amigos tenían razón: trabajar de forma excesiva, pese a hacerlo en algo que te gustaba, no era sano. Y lo cierto era que estaba muy a gusto con esa nueva dinámica que estaba tomando su vida. Eso sí, aún le costaba pillar el truco a la consola.

-¡Ugh, mueranse, putos demonios!

-Esa boca- le advirtió su padre.

-Perdón, pero es que...- un demonio acabó rápido con la vida de su personaje, saliendo la pantalla de "Fin de partida". Eric suspiró-: Muerto.

-Tendrás que pedirle consejo a Vincent- rio su padre.

-Pero yo también debo aprender por mi-

Eric fue interrumpido por un timbre. Ese era el sonido del teléfono fijo. El joven, que estaba más cerca de este, fue quien respondió a la llamada, la cual era un número que no tenían registrado. ¿Un cliente, tal vez?

-Eric de las Rosas al teléfono- respondió el humano.

-¿E-Eric?- la voz al otro lado de la línea se tornó confusa. Una voz que le resultaba familiar a Eric.

-¿David?

-No esperaba que fueses tú el que respondieras- pese a las risas, David se notaba preocupado y no trataba de ocultarlo en su voz.

-¿Ocurre algo?- preguntó Eric, algo confuso.

-Bueno...- el lobo se quedó callado por unos segundos, incluso minutos, antes de responder-: ¿Podríais tu padre y tú venir a mi casa hoy? Debo contaros algo de extrema urgencia.

-Claro, iremos en seguida- asintió decidido Eric.

-Necesito ayuda, no sé a quien recurrir, os necesito- rogó David, con algo de desesperación-. Oh, espera... ¿Dijiste sí?

-Sí, tranquilo, ahora iremos- respondió el humano de forma tranquila.

-Muchas gracias, mi dirección es...

Tras apuntar la dirección de la casa de David, Eric se despidió y miró a la cocina, donde su padre no estaba pero ya había preparado algunas cosas de la cena.

-¿Papá?

-Ya me estoy preparando para salir- le respondió su padre desde su cuarto-. Haz lo mismo tú.

-En seguida.

Eric fue hasta su cuarto, se quitó el pijama que llevaba puesto y se puso rápidamente unos pantalones vaqueros azules, una camiseta blanca sencilla y unos zapatos. Una vez vestido, salió del cuarto con su móvil y su cartera, como ya era habitual cuando salía tomar ambos. Su padre le esperaba con la puerta abierta, a lo que ambos salieron de su casa. El trayecto en coche duró menos de cinco minutos, en los cuales Eric se preguntó el porqué de la llamada del lobo rubio. Solo había pasado un día del robo. ¿Estaría relacionado? Al detenerse, Eric y su padre observaron el bloque de apartamentos: un edificio de ladrillos al que se le notaban los años por las manchas marrones en los ladrillos rojizos. Tampoco tenía ascensor, así que Eric y Víctor subieron hasta el cuarto por las escaleras. Una vez allí, llamaron a la puerta del apartamento de David. El lobo no tardó en abrirles. Su aspecto no era igual al del día anterior: estaba despeinado y el pelaje de sus mejillas se le notaba humedecido junto a unos ojos bastante rojos.

Aprhodite's TearsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora