CAPÍTULO 8

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-De acuerdo, cuenta lo que sucedió- pidió el pitbull a través de la videollamada.

David se encontraba en el cuarto de baño, con la puerta cerrada y sus piernas temblando. Estaba sentado en el váter con la tapa cerrada y sentía que estaba a punto de caerse. En una de sus manos estaba su móvil con una videollamada en la que estaban Eric y su padre por un lado y el jefe de policía Stanford por otro. En la otra mano tenía una flecha con un paño de tela y una cuerda, que habían estado manteniendo atados a la flecha una Lágrima de Afrodita y una nota. El lobo no podía parar de temblar al recordar todo. Pensaba que por fin no podrían bacerle llegar más de las gemas, pero se equivocaba. Vector no iba a parar hasta obtener lo que quería. Le quería a él. No le importaba sacrificar gemas o lo que había construido con su grupo. No le importaba hacer que atrapasen al resto de su banda si él podía volver al lado de David. El lobo tomó aire unas cuantas veces. Sabía que al resto de los integrantes de la llamada no les iba a importar que se tomase unos segundos para calmarse. Por suerte, su calmante estaba ahí. El joven de pelo naranja junto a su padre, mirándole preocupado pero con una sonrisa. Pudo empezar a hablar con calma.

-Hacía calor estos, así que dejé las ventanas abiertas para que corriera el aire por la noche- empezó a explicar el lobo-. Estaba preparándome para dormir cuando oí un silbido. No tardó en clavarse una flecha en una de las estanterías de madera, lo cual me asustó. Al verla detenidamente, llevaba un paño que envolvía algo. Era... una nueva Lagrima de Afrodita y otra nota. Miré por la ventana, pero ya no había nadie en los edificios de al lado que pudiera disparar una flecha.

-Ya habrán huido a su guarida- comentó Víctor por lo bajo-. ¿Qué pone en la nota?

-D-Dice esto- David tomó la nota y la desdobló, respirando profundo antes de leerla-: "No puedo dejar de pensar en ti, pero parece que ese sucio detective te ha lavado el cerebro. Si es así, no me queda más remedio que lanzarte un ultimátum: quiero que vengas a mi lado. El 31 de mayo quiero que te reúnas conmigo en la nueva base de los Colmillos Veloces en Ciudad Paradiso, con las seis Lágrimas de Afrodita que te envié. Si no vienes, juro que buscaré a ese Eric y le haré sufrir día tras día hasta que vengas. Es tu última oportunidad de redimir tu mayor error".

-Vaya, parece que va en serio- asintió Stanford, tecleando unas cuantas cosas en su ordenador.

-Necesitamos hacer algo- dijo Eric.

-¿Sabes en qué calle está su base?- preguntó Víctor.

-Hay una dirección, sí- afirmó David, leyendo la dirección de la nota-: Calle de Carla Tarancón, número 8.

-Lo tengo. Es una zona de naves industriales abandonada- les comentó Stanford tras buscar la dirección.

-No creo que sean tontos, sabrán que la policía vendrá- comentó Víctor-. Ya saben de la existencia de mi hijo, seguro que se esperan que David le avise de esto.

-¿Y qué tal si mandáis agentes encubiertos siguiendo a David?- sugirió Eric.

-Tendríamos que mandar muchos, no sabemos el número exacto de personas que conforma la banda de ladrones- comentó Stanford.

-¿Y sí simplemente voy en persona, les entrego las gemas y le doy a Vector el no definitivo?- ahora la sugerencia venía de mano de David.

-Demasiados riesgos, puede que te atrape y te retenga en contra de tu voluntad- lo rechazó Eric.

-Mmm... Se me ocurre algo- pensó Víctor.

-Te escuchamos.

-Todas las naves de la zona están abandonadas, ¿cierto?- comentó el humano mayor-. Simplemente deberíamos mandar poco a poco agentes encubiertos a las naves cercanas los días anteriores al 31. Una vez llegue el día acordado, David irá a reunirse con Vector con un auricular escondido en la oreja para recibir instrucciones. Cuando llegue el momento, que David se oculte en un sitio seguro para que los agentes entren.

Aprhodite's TearsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora