Aquella mañana, era la mañana en la que Mark se sentía más ansioso. Y Maddie también lo estaba. Apenas desayunó, y salió corriendo hacia la escuela. Mark sabía para qué. Ella quería hablar con Elena sobre lo que había soñado. Tenía sus dudas sobre si realmente Mark había estado en su cabeza, o sólo era producto de su imaginación. Dentro de ella albergaba la fe, las ganas y la necesidad de que realmente haya sido Mark quien le habló, a quién abrazó, y a quién extrañó cuando desapareció cuando Belinda la había despertado. Mark ya quería que llegara la noche para volver a meterse en sus sueños, quería volver a comunicarse con ella, que supiera que estaba bien. Pero primero, ella debía de aclarar sus dudas con Elena.
Maddie ni siquiera se molestó en golpear. Directamente entró en la oficina de Elena. Era horario de clases, pero para ella, era más importante hablar con la psicóloga escolar sobre su situación personal, que ir a clases. Tenía la urgencia de hablar con ella, le urgía. Mark, al igual que ella, caminó inquieto por toda la oficina, esperando a que Elena llegara. Nunca el tiempo había transcurrido de manera tan lenta. Maddie incluso comenzó a comerse las uñas, hábito que nunca en su vida había adquirido. El chirrido de la puerta hace que ambos se vuelvan, y se acerquen corriendo al ver a la mujer entrar.
— ¡Elena! ¡Al fin llegas! ¡Estás llegando tarde, deberías ya estar aquí hace rato! Es tu trabajo ayudar a los alumnos, y yo te necesitaba antes y...
—Maddie—Elena frenó el torrente de palabras que comenzaron a salir de la boca de Maddie. Se acercó a su escritorio, dejó la cartera, acomodó unos papeles, y luego se sentó—. En primer lugar, eres tú la que está antes de mi horario. Aún faltan cinco minutos. Y en segundo lugar, ésta no es una hora que reciba estudiantes. Es horario de clases. ¿Por qué tú no estás allí?
—Las clases no importan. Tengo que hablar contigo de algo muy serio—Maddie se sentó frente a ella, ni siquiera se quitó la mochila que tenía colgada por la espalda.
— ¿Qué pasó? ¿Te ocurrió algo?—la mujer frunció el ceño, mirándola con fijeza. Estaba comenzando a preocuparse por lo que podría llegar a ocurrirle a la adolescente, algo que requiriera atención inmediata de un adulto.
—Es Mark—respondió, y Elena levantó las cejas—. Es posible que él esté aquí, ¿no?
Mark dio un paso para acercarse, colocándose en el campo visual de la mujer. Ella desvió sus ojos hacia él. Mark asintió, insistiéndole para que le diga que sí. Que entendiera, de que sí había encontrado la manera de comunicarse con ella. Elena volvió a mirar a Maddie, quién comenzaba a clavar las cuñas en el borde del escritorio, sumamente nerviosa, esperando la respuesta.
—Sí. Es posible—le dijo despacio, y la espalda de Maddie se pone recta—. ¿Por qué lo dices?
—Entonces él tenía razón...—murmuró por lo bajo, pero fue lo suficientemente alto para Mark, y la oyó perfectamente—. Me quedé dormida. Y soñé con él. Pero creí que era producto de mi imaginación. Él me decía que estaba literalmente conmigo, que seguía aquí, y que, si no le creía, que te preguntara a ti.
Elena por un momento se quedó callada, pero luego sonrió complacida, orgullosa. Miró a Mark, y le dedicó una mirada cargada de orgullo, emocionada de saber que él había podido con el reto que la misma muerte le había puesto delante, lo superó, algo que no muchos lo lograban. Mark al ver su sorpresa, comprendió que nunca había tenido un caso antes de alguien que se metiera en los sueños de los vivos. Sin duda era nuevo para ella también, y estaba fascinada con el descubrimiento.
—Sí... Es cierto—ella asintió—. Mark está aquí mismo—lo señaló a Mark. Maddie se gira hacia donde ella indica, pero no vio nada. Sin embargo, le cree. Mark se acercó, y se acuclilló frente a ella, apoyando una mano sobre su rodilla—. Siempre ha estado aquí, junto a ti. Siguiéndote. Él necesita decir...
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Hasta que lo sepas
Teen FictionAmigos desde la infancia, almas gemelas, y un trágico suceso que mantiene a Mark anclado a la tierra, sin recordar absolutamente nada de lo ocurrido. ¿Murió? ¿Se suicidió? Eso dicen... aunque él no lo cree. Tiene que descubrir qué pasó, y por qué pu...