—Maddie, sólo escúchame—suplicó Mark, sosteniéndola por los hombros. Ambos se encontraban en la plaza de sus sueños. De fondo, se oían las finas voces de Mark y Maddie de niños, jugando. Siempre que Mark entraba en sus sueños, quizás tenía pesadillas, pero cuando él presionaba los labios con los del cuerpo dormido de ella, instantáneamente aparecían en aquel hermoso recuerdo que jamás olvidarían. Amaba pensar una y otra vez, que él atenuaba los miedos de ella, evitándolos, impidiendo que la acechen.
—No, Mark, no puedo creer que me pidas que espere un tiempo para interrogarla. Ya ha pasado mucho que sabemos que ella tenía algo que ver, y ahora, tenemos la certeza. ¡Quiero saber por qué lo ha hecho, y romperle la nariz y unos cuantos dientes!—exclamó ella, exasperada, estrujándose las manos, intentando tranquilizarse, y volcar todos sus nervios y tensiones en ese simple acto.
—Ya lo sé. Pero, ¿no crees que te convendría, estratégicamente que piense que ya nadie la investiga?—Maddie lo vio curiosa—. Piénsalo. Las notas de amenaza eran porque sabía que estabas investigando. ¿Y si piensa que abandonaste completamente la investigación? Que ya te diste por vencida. Maddie, sé cuánto te importa demostrar que no te dañan, pero hacerlo, ésta vez, puede salvarte la vida. Lindsey, si es la asesina, se dará cuenta. No volverá a enviarte notas, y tu vida no correrá peligro.
— ¿No estarás diciendo que deje de investigar, cierto?
—Claro que no, Maddie. Sólo digo, que sería mejor que te guardes. Que finjas que ya no buscas más, que te asustaste...—Mark estiró la mano y le acarició la mejilla con ternura—. Quiero que estés a salvo. No te pediré algo que no quieres, pero al menos, te pido que tengas precauciones. El ser discreta es una de ellas.
Maddie lo escrutó, y Mark podía imaginarse cómo se debatía mentalmente, en hacer lo que Mark le decía, o hacer directamente la posibilidad más suicida, que probablemente no acabaría bien. Luego de un rato, su mirada se relajó, y asintió despacio. Eso sería un alivio para Mark, aunque claro, el límite entre lo que decía, y hacía, era muy corto. Ella podía decir algo, pero hacer otra cosa totalmente diferente. Mark optó por confiar en que no haría nada que la llevaría directamente hacia su muerte.
—Además, en unos días, si realmente decides hablar con Lindsey, deberías hablar en algún lugar público, en algún momento en que haya más personas a tu alrededor. Si ella fue la asesina, no dudará en matarte. Pero se lo planteará dos veces si hay unos cuantos pares de ojos que la observan. No podría matar a tantas personas aunque quisiera, o al menos, no si son unas cuantas, y completamente desconocidas.
—Sí... tienes razón—Maddie levantó la mirada, y le sonrió—. Haré lo que me dices. Lo prometo.
Antes, durante todos los años en que Mark y Maddie fueron amigos, Maddie no siempre cumplía con lo que decía. Solía ser muy cambiante en ese aspecto. Un día, quería salir a pasear, y cuando estaban por hacerlo, se arrepentía. Pero en éste caso, no había sido como aquellos. Maddie no preguntó a nadie más por la muerte de Mark, dejó de investigar, y concurrió al colegio como si nada hubiera ocurrido. Ni siquiera le dirigió la mirada a Lindsey. Ésta la miraba de momentos, pero bajaba la mirada enseguida. Era una pena, pensó Mark, que una amistad como la de ellas terminara de aquel modo. Pero a su vez, se alegraba de que hayan llegado a la conclusión de que Lindsey era la culpable de todo. Al menos, ahora Maddie sabía de quién debía cuidarse más. De ella, y de George. Thony varias veces intentó consolarla, pero ésta se negó. Les dijo a todos lo mismo. Estoy bien. Sólo eso. A Mark no le simpatizaba mucho que Maddie estuviera en brazos de Thony, pero en el fondo, lo deseaba. Quería que ella tuviera un hombro físico, de alguien vivo, en el cual llorar, desahogarse, alguien con quien hablar. Mark quería demasiado a Thony, y le alegraba que él siguiera vivo, quería que Maddie no estuviera sola, no con todo lo que estaba viviendo. Mark moriría de celos, pero no estaría allí por siempre. Tarde o temprano, dejaría este mundo, y ya no podría comunicarse tan constantemente como lo hacía actualmente. No quería dejarla sola, quería que la rodearan, al menos, unos buenos brazos, y la contuvieran cuando él ya no pueda hacerlo.
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Hasta que lo sepas
Novela JuvenilAmigos desde la infancia, almas gemelas, y un trágico suceso que mantiene a Mark anclado a la tierra, sin recordar absolutamente nada de lo ocurrido. ¿Murió? ¿Se suicidió? Eso dicen... aunque él no lo cree. Tiene que descubrir qué pasó, y por qué pu...