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Para Wei Wuxian, el apocalipsis comienza en una gasolinera, con un bebé llorando y su madre moribunda, y una horda de muertos vivientes afuera. Todo l...
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Wei Wuxian se precipitó por la puerta de su habitación y corrió hacia su armario, su corazón latía tan violentamente que estaba seguro de que A-Yuan podía sentirlo donde estaba apretado contra su pecho. Su bebé estaba gimiendo, confundido, cansado y asustado, e incluso cuando Wei Wuxian tarareaba para tranquilizarlo, sabía que no era suficiente. Nunca era suficiente.
Lo lamentaba tanto, tanto.
"Baba está aquí", lo tranquilizó, con la voz llena de lágrimas que no podía permitirse el lujo de derramar. "Baba está aquí, estás bien, estás bien. Está bien." Abrió el aparador y sacó el portabebés, pero cuando bajó a A-Yuan para ponérselo, el bebé aulló. "Está bien", juró Wei Wuxian, atando las correas a su pecho lo más rápido que pudo. "Baba está aquí, Baba está aquí, solo necesita sus manos. ¡Está bien, A-Yuan, estoy aquí, está bien!"
Pero A-Yuan gimió, levantando los puños desesperadamente, las lágrimas rodando por sus mejillas rojas. Incluso cuando Wei Wuxian aseguró el portabebés y lo colocó dentro, A-Yuan siguió llorando. Wei Wuxian lo aseguró en el portabebés contra su pecho, y las diminutas piernas de A-Yuan patearon su estómago, incluso cuando sus manos se apretaron alrededor de la camisa de Wei Wuxian. Wei Wuxian besó su cabello, revolviendo la caja sobre la cómoda en busca de un chupete. A-Yuan lo miró dudoso, todavía llorando, pero Wei Wuxian le pasó la mano por el cabello y se lo ofreció sin decir palabra. Con un último gemido desesperado, A-Yuan tomó el chupete y enterró su rostro en la camisa de Wei Wuxian. En unos momentos, Wei Wuxian pudo sentir la humedad de las lágrimas y los mocos empapando su ropa, pero no tuvo tiempo de preocuparse. En cambio, se lanzó por la habitación como un huracán, llenando la bolsa de pañales de A-Yuan y su propia mochila con todas las cosas del bebé que pudo meter, y un par de suministros propios.
No sabía cuánto tiempo les tomaría llegar a Qishan, o qué tan lejos podrían llegar con las reservas de alimentos y combustible que tenían, pero sabía que tenía que traer tanto para A-Yuan como pudiera llevar. No podía dejar que su bebé pasara hambre, frío o suciedad.
En lo profundo y doloroso de su corazón estaba el pensamiento de que tal vez no tuviera otra opción. Si sacaba a A-Yuan del búnker, lo estaba llevando al peligro. Peligro de Lanling y Qishan, de zombies y supervivientes y hambre y sed, y...
¿Podría hacerlo? ¿No era egoísta? Pero no podía quedarse, no cuando se habían llevado a Yanli y A-Ling, no cuando no había nadie más con quien dejar a A-Yuan. No había nada más que pudiera hacer.
"Lo siento", se atragantó, cerrando los ojos y presionando sus labios en la cabeza de A-Yuan. Pensó en Xiuying, en la desesperanza y el miedo en sus ojos cuando le rogó que cuidara de su bebé. "Lo siento mucho."
La mano de A-Yuan se alzó, acariciando el costado de la mejilla de Wei Wuxian. Wei Wuxian miró hacia abajo, su bebé le devolvía la mirada de una forma tan sombría. Tomó la mano de A-Yuan y la besó, y casi de inmediato, los ojos de su bebé se arrugaron en una sonrisa. No era tan brillante como su sonrisa normal, pero de todos modos era una sonrisa, y Wei Wuxian se aferró a ella.
