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Para Wei Wuxian, el apocalipsis comienza en una gasolinera, con un bebé llorando y su madre moribunda, y una horda de muertos vivientes afuera. Todo l...
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El efecto de los analgésicos habían desaparecido hacía horas. En su ausencia, la herida en el costado de Meng Yao palpitaba, ardía, bailaba casi en el extremo de lo insoportable. Pero de alguna manera, el dolor lo molestaba menos que el silencio en el auto.
Bueno, no. Silencio no era la palabra adecuada para ello. El silencio entre él y Lan Xichen se rompía cada uno o dos minutos por indicaciones murmuradas y preguntas sobre la ruta y sus opciones, y el sonido distante de los helicópteros.
Pero más allá de los aspectos prácticos, Lan Xichen no había dicho una palabra y ni siquiera había mirado a Meng Yao desde que comenzaron a conducir. Por supuesto, la mayor parte de su atención estaba en el camino por delante, iluminado solo por la luz de las estrellas distantes, y ambos estaban exhaustos, pero Meng Yao no pudo evitar sentir que Lan Xichen estaba molesto con él y odiaba esa sensación. El pensamiento era electricidad estática deslizándose sobre su piel, picando, quemando y perturbándolo, y logró mantenerse calmado solo media hora antes de que su resolución se rompiera.
"Sé que no lo apruebas, pero espero que entiendas por qué disparé".
Lan Xichen parpadeó como si estuviera realmente sorprendido y lo miró. "¿Qué?"
"Disparé primero", dijo Meng Yao en voz baja. "Sin previo aviso. Sé que hubieras preferido seguir negociando, pero no había tiempo. Además del arma, tenían todas las ventajas. Tenía que hacer algo."
"Entiendo eso, A-Yao. Por supuesto que lo hago", murmuró Xichen, aunque sonaba como si las palabras le dolieran, como si hubiera mucho más que no estaba diciendo, y era mucho menos tranquilizador de lo que a Meng Yao le hubiera gustado.
El nido de víboras dentro de su pecho se retorcía y silbaba, las inseguridades luchaban por llegar a sus labios, para rogarle a Xichen que dijera que no estaba enojado, o decepcionado, que no lo odiaba. Meng Yao no se lo permitió a sí mismo. Nunca lo dejaba salir, no a menos que fuera en una situación que pudiera manipular.
No le gustaba manipular a Lan Xichen.
Eventualmente, Lan Xichen volvió a hablar. "Sabías que estaba infectado. Que si lo mataban, Yi Weichun se convertiría".
"No lo sabía con certeza, pero confiaba en mi suposición", admitió. "Dijeron que la razón por la que intentaron cortar la mano de Fang Mengchen fue que había funcionado para Yi Weichun, por lo que es lógico que le amputaron la pierna después de que un zombie lo mordiera". Xichen asintió levemente y Meng Yao continuó. "No estaba seguro de si había sido hacía mucho tiempo: Yi Weichun cojeaba, pero podía moverse, por lo que debe haber tenido tiempo de adaptarse a la prótesis, y no sabía si la infección todavía estaba en su sistema..."
"Pero lo estaba," dijo pesadamente Xichen. Parecía cansado y desesperadamente triste, y Meng Yao desvió la mirada hacia el camino que tenían por delante.
