V: Algo más allí...

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Un poco después del incidente anterior, ya Xiao se encontraba descansando en recámara, después de ser limpiada a profundidad después de tanto tiempo que la bestia se negó, claro está; siendo cuidado mayormente por el visitante pelinegro y la tetera.

Dejándolo dormir y empezando a conversar más tranquilos fuera de la habitación.

— Gracias por haber salvado al joven amo, Venti, por ahora es mejor dejarlo descansar. — Agradeció sinceramente ésta mientras él asintió con duda con la cabeza mientras la cargaba hacia afuera de la recámara junto a los demás sirvientes. — ¿Pasó algo, querido? Veo curiosidad en tu mirada.

— Ohhh... Solo... — Sacudió un par de veces su cabeza en negación. — No sé si debería preguntarlo.

— Venga, mon caramel; sin miedo al temor, estamos aquí para responderte. — Mencionó emocionada la candelabro con la misma emoción de los demás objetos encantados.

— ... ¿Qué fue lo qué pasó? Ya saben, convertirse en objetos y que Xiao se convirtiera en bestia. — Preguntó no muy cómodo al notar la mirada de incertidumbre de todos que miraron a Ei. — ... Si no quieren responder, no es necesario; no se fuercen chicos...

— Non, non, Venti, solo... Es una larga historia... — Dijo serena la mayor. — Puedo contártelo de camino a tu habitación; por favor que alguien lleve a Kunikuzushi a la alacena. — Decía mientras el pelinegro la tomó y se dirigía a su habitación mientras se escuchó un quejido de fondo de parte de la tacita.

— Lo que sea menos la alacena...

— Ohh dieu, que tarde es, ¡Muchachos, todos vayan a sus áreas de descanso indicadas; tenemos que mantener el lugar en un estado óptimo! — Decía Diluc mientras los demás iban a éstas. — Tenga buena noche, señorito Venti. — Se despedía cordialmente mientras se llevaba a Scaramouche, quien se quejaba.

— Lo que sea menos la alacena...

— Buenas noches a ti también, Diluc... — Se despidió sereno el pelinegro mientras éste iba hacia el ala este en donde se encontraba su alcoba junto con Beelzebul... Donde ella al fin se atrevió a hablar.

— Hacía mucho tiempo... — Empezó a relatar la tetera. — Cuando los reyes aún vivían; el hijo único de ambos estaba destinado a reinar cuando ellos se retiraran en su vejez incluso cuando él apenas tenía cinco años; aún así amaban a su hijo como se amaban ellos dos... Yo era la encargada de cuidarlo y el rey mismo me consideraba una tía para el muchacho, mientras su mejor amigo era un niño que era el hijo de la dama de compañía de la reina; pero no importaba, pues la reina veía tanto a su confidente como a su hijo como iguales a ellos. — Se pausó un momento. — Desafortunadamente, algo horrible pasó, el rey Morax enfermó gravemente a los seis años del príncipe y por la ley, como ninguno tenía hermanos, tomó su lugar el mejor amigo del rey, el duque Dainsleif para ayudar a la reina con la crianza de su hijo.

— ¿¡E-el duque Dainsleif?! ¡Ese hombre es aterrador! Escuchaba aterradoras anécdotas de mi madre, Bárbara y mi hermana. — Tembló ligeramente el pelinegro apenas oyó el nombre del mencionado. — Perdón por interrumpir...

— Tranquilo, señorito, si que era espantoso... pero prosigo; la reina falleció a los diez años del príncipe, y ese tiempo que el duque gobernó, trató de hacer a su imagen y semejanza al príncipe para cuando él tomara su lugar en el trono como correspondía y empezó a subir los impuestos en varios pueblos para pagar sus fiestas lujosas y alejar al joven amo de su mejor amigo en ese entonces y de todo lo que los reyes querían que él fuese al crecer... Creíamos que cuando el joven amo cummplió los quince, lo retó a duelo, venció al duque y lo exilió a Austria por asesinato; pues él mató a la reina envenandola, las cosas estarían como antes; pero era demasiado tarde, terminó con un cáracter peor que el de Dainsleif... Incluso su amigo estaba tan aterrado que abandonó el país y al día de hoy no sabemos qué fue de él. — Mencionó entristecida. — Y yo y varios pudimos impedirlo; pero nos aterraba tanto el duque que ni siquiera intentamos hacer recapacitar al amo cuando aún había oportunidad y cuando lo intentamos era demasiado tarde...

El doncel y la bestia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora