Parte dos.

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En momentos de soledad recuerdo a todos los chicos y suelo aíslarme con canciones que me recuerden a cada uno de ellos con la mirada al techo y auriculares. Pero no puedo hacerlo si tomo pastillas, solo puedo sentirlos sobria, cuando los lloro, cuando siento un nudo en la garganta agigantándose tan profundo que pareciera que necesito curar y debo pedir ayuda, y allí es cuando creo que estoy más a su lado. 

Pero no lo admito. No puedo decirle a nadie que necesito recordarlos y que interrumpo mi tratamiento para hacerlo, que no voy a verlos al cementerio que es algo más normal y menos nocivo, ni puedo explicar que para mí no están allí, ni que bajo y escondo mis pastillas y me autoinduzco la hiperventilación. Entonces creerían que estoy loca, o quizás lo estoy pero ya no me importa. Nadie de ellos sobrevivió a esto, soy la única que puede darle un sentido. Soy la única que quiere darle un sentido. 

Hoy es viernes, hoy hace un año de ese fatídico día, aunque ha pasado un año y todos lo odian, creo que la mejor forma de que se siga contando la historia de mis amigos es recorrer los lugares donde ellos recorrían, pero la madre de Elijah me ve. 

—¿Loraine?

Mierda, no puedo ocultarme, parecería que la estoy asechando. 

—Sí, hola—digo intentando pasar desapercibida. 

Pensé que se había mudado, francamente. Luego del tiroteo los chicos de la escuela rayaban todo el tiempo la casa con aerosol, nunca pregunté mucho porque luego me cambié de escuela y no quise saber nada de esto ni que me preguntasen sobre el tema. 

—Sigues igual a como te recordaba, ¿ya tienes pensado que estudiar?

—Oh, la universidad, creo que no estoy pensando mucho en eso. 

Realmente pensaba que mi último año de secundario no sería como éste, pero las cosas cambiaron y ahora solo puedo pensar en un pasado, ya ni siquiera puedo ubicarme en el futuro y el presente es solo una añoranza del pasado. Es como vivir, pero solo de recuerdos. Anestesiada. 

—Entiendo, Elijah quería estudiar genética—espetó ella. 

Lo sabía, él siempre me contaba sobre ese tipo de cosas, de alguna forma siempre sabía cosas que no eran de mi entendimiento porque él me las contaba de una manera tan natural que al final, solo se quedaba en mi mente y lo aprendía. 

—Sí, supongo que lo imaginaba. 

—También le gustaban las ingenierías...—dijo en voz alta ella. 

Daba la impresión de que lo recordaba mientras hablaba. 

—Sí, él era muy inteligente, lo hubiera logrado. 

—Eres la última persona que pensaba ver éste día—comentó ella alegre. 

No se porque está alegre, o porque se alegra de verme, en dado caso. 

—Sí, lo sé, es el día...

—Sí, pero no sabía que lo habías perdonado—atinó a decir ella. 

Aún no sabía que lo había perdonado del todo, pero supongo que sí, supongo que de eso se trataba mi sesión con la psicóloga o porque hizo tanto ahínco en la palabra ''merecer''. 

—Digo, no se si lo has hecho, pero tu casa queda muy lejos de aquí, no es azaroso encontrarte y no sé que pasaba por la mente de Elijah pero fuiste la única que no lo defenestró en internet...—continuó diciendo ella. 

—¿Cómo sabe que no lo defenestré en internet?—pregunté incrédula. 

—Luego del tiroteo, me creé una cuenta de facebook para poder ver su perfil y lo que publicaba, quería saber si podría haber entendido lo que pasaba. 

¿Por qué no me mataste?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora