ADIÓS, ELIJAH

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Era el velorio de Elijah, por supuesto no iba a haber nadie más que su familia y sus amigos, o los que quedaron de ellos; yo. Mis padres habían dicho que no era conveniente que vaya porque entonces reforzaría lo que los investigadores pensaban sobre mí. Pero como ya habían devuelto mis pertenencias, y no había prueba alguna, solo será lo que es, despedirme de un amigo. Mis padres, tampoco es que quisieran asistir, es decir, era bastante comprensible después de todo. Elijah apuntó a su única hija a morir. O eso es lo que al menos ellos piensan.

Me llevaron y me dejaron en un salón velatorio. Me pregunto; ¿Dios recibirá a personas como Elijah? Digo, en este mundo es muy probable que con unos cuantos fajos de billetes puedas hacer un entierro decente a quien haya ocasionado una masacre, pero me pregunto si los reinos que nos exceden, si es que existen, perdonan lo que ha hecho Elijah.

Diviso a los padres de Elijah, ellos me reconocen, y por supuesto están hechos unos trapos de llanto.

—Gracias por venir, Loraine. Debe ser muy complicado para ti estar aquí después de lo que hizo—espetó la madre luego de abrazarme y con un hilo de voz.

—Éramos amigos después de todo—acoté.

—En ocasiones me pregunto porque lo hizo, y me niego a mí misma la realidad; ''No, mi hijo no puede ser un asesino. Él no es así. Él era bueno...'' —explicaba.

Sí, efectivamente todos elegimos tomar las partes de las personas que queremos creer. No es nada nuevo. Supongo que eso hago en parte y por eso estoy aquí.

Entrando al velorio, veo el cajón cerrado. Me imagino que es porque lo habían dejado hecho un colador humano, sin contar lo que les habrá costado encontrar un servicio velatorio que acceda a realizar el velorio al psicópata más nombrado recientemente a escala nacional.

Reposo mis dedos sobre el cajón, como si éste fuese a significar algo. No me transmite nada, solamente frialdad. Me sorprendo de la frialdad que emitimos una vez muertos, siendo que no debería ser así. O quizás es mental. Quizás solo me lo imagino yo, me lo imagino frío, pálido como de costumbre, pero con el cabello para atrás, él solía tenerlo como un libro abierto, lacio y de castaño muy oscuro. Sus ojos eran oscuros, su quijada era pronunciada, y sin embargo, Elijah era llamativo. Pero nunca tuvo gran éxito con las mujeres.

Mattew en cambio, quizás al ser castaño de un color más claro, de ojos verdes y rasgos más aniñados, era como el ken escolar. Ezekiel era feo de los cojones y creo que esa era la única razón por la que terminé relacionándome con Mattew románticamente y no con Ezekiel. Nariz pronunciada, tez blanca, cabello un poco rojizo, pecas, y unos lentes que no hacían más que remarcar sus enormes ojos celestes.

Escribí unas palabras para decir, pero veo que nadie está dirigiendo ninguna. Quizás solo sus padres lo hagan, y yo. De todos modos no voy a mentir, me lo esperaba. Los medios y la prensa amarillista han lapidado la imagen de Elijah durante todos los días que han pasado. Arrugo el papel que tengo en mis manos, el cual contiene las palabras que voy a recitar frente a un público de menos de diez personas. Y entonces, veo la foto que han puesto de él. Sonrío con gesto leve recordándole. Así es como lo recordaba. Así es Elijah, no aquél que vi ensangrentado en el pasillo del instituto dando tiros sin despabilar.

Intenté recordar la última charla que habíamos tenido, la noche del sábado, que nos habíamos quedado en casa a mirar películas, y me dijiste algunas cosas que de haber sabido que sería la última charla seria que tendríamos, hubiese buscado un bolígrafo y lo hubiese anotado todo.

—Genial, las personas que quiero que me valoren, nunca lo hacen. ¿Es tan difícil comprenderme? —refunfuñé entonces mientras arrojaba el celular al sofá en el que él también se encontraba.

— ¿Qué ha pasado esta vez? —inquirió Elijah.

—Lo que siempre pasa, la ironía de la vida —dije para no adentrarme demasiado en el tema.

Él miró nuevamente a la película y yo quedé observando hacia el celular, esperando que sonase. Y no, nunca lo hizo. Elijah no tardó en darse cuenta de mi actitud e insistió en la conversación. Sabía que aunque mis palabras estuvieran diciendo que no quería hablar, mi corazón lo necesitaba.

— ¿Sabes que pasa, Loraine? —espetó sin rodeos.

Lo miré expectante —No puedes esperar que la gente te salve. Lo haces todo el tiempo. Esperas y esperas que alguien te comprenda, y la única que puedes comprenderte eres tú misma.

—Es decir, que nunca encontraré a nadie que me entienda...

Él negó con la cabeza mientras se llevaba a la boca una galleta.

—Que disfrutes de las cortas compañías que te ofrece la vida. Porque a eso se reducen las personas, a pasar por tu vida, permanecer un tiempo, dejarte una enseñanza e irse. Luego quedas tú.

—Vaya, eso es bastante deprimente —dije riéndome y tomando una galleta también.

—No es deprimente. Tienes coraje, brillas incluso después de romperte, el universo en el que vives, tu vida, solo ha sido creado para ser visto con tus ojos. Y eso es algo que no puede ser fotocopiado ni retransmitido. Pero no es malo, solo que no todos tendrán tus mismos ojos para ver el mundo.

Y así culminó nuestra última charla, recuerdo recostarme sobre tu hombro, volver a tomar otra galleta, y no volver a hablar del tema. Porque de alguna manera eso me reconfortó. Me reconfortó saber que no tenía la culpa de mis fracasos, y que ciertamente el resto quizás no me entendería jamás porque jamás podrían verme a través de mis ojos. Y ahora comprendo todo.

No te entendimos ni lo haremos nunca Elijah. Porque no vimos lo que viste, no vemos como tú lo hacías. Y con tus últimas palabras, sin saberlo, explicaste cómo funciona el infinito. Quisiera poder volver a escucharte decirlo una vez más.

—Daría lo que fuera por volverte a escuchar —comencé a decir frente a todos armándome de valor —.Porque en parte quizás soy una ingenua, y elijo tomar los recuerdos de antes de lo que sucedió. Alguna vez dijiste, que no podemos comprender a las personas ni ser comprendidos de la misma manera, porque no podemos ver a través de sus ojos. Y fallamos enormemente al no reconocerte. Quizás de haberlo hecho, hubiésemos evitado que lo hicieras. Y aunque suene contradictorio, te agradezco, porque me enseñaste en vida, cuán hermoso y extraño era tan solo existir. Y si te tuviese aquí, o si tan solo tuviese un momento contigo aquí, te diría, que volvería a sentarme junto a ti. Como el primer día. No me arrepiento de haberte conocido Elijah.

Los padres de Elijah lloraban a lágrima viva, con alguno que otro pariente. No puedo mentir que no lo hice también. Salí de ahí deprisa, hacía el baño, y me tomé el cabello con una mano mientras que con la otra tomaba mi pecho y lloraba silenciosamente. ¿Quién llora por quien intentó asesinarte? Pero no puedo engañarme si esto es lo que siento. No puedo odiarte Elijah, y tampoco puedo dejarte ir, y sin embargo, una vez salga de ahí, me iré y perderé el último rastro de Elijah. Y de pronto, Elijah solo existirá en mis recuerdos.

Salgo del baño, solo hay una mujer que me mira de reojo extrañada, o quizás asustada, quien sabe. Puede ser alguien que piense ''ella debe ser la que casi disparó pero no lo hizo y debe ser tan estúpida de que cree que le debe algo''. Tomo algunas toallas desmaquillantes, me quito el rímel que me ha dejado como si fuera la novia del Joker. Cuando la mujer se termina de lavar las manos, llevo la mía al centro de mi pecho nuevamente y echo el más largo suspiro del mundo, tan largo y fuerte que creo que se puede sentir en China. Intento llorar una vez más, me veo al espejo, me miro a los ojos, me repongo instantáneamente y dejo de lado las líneas de expresión del llanto. Termino con el trabajo del maquillaje, y salgo del baño.

—Gracias por tus palabras —dijo sorprendiéndome el padre de Elijah.

No quiero seguir llorando, y siento que si hablo una vez más solo me quebraré, así que me remití a asentir con la cabeza con gesto de respeto y seguí mi camino.

Y mientras me iba, recordaba aquél momento en el instituto, el martes que decidiste hacer aquello. Cuando te vi caer, sentí que morí por dentro, por muy extraño que fuera.

¿Por qué no me mataste, Elijah? Te hubiese dejado llevarte mi cuerpo.

Porque ahora sé que todo lo que quería, y todo lo que necesitaba, era encontrar a alguien como tú.

¿Por qué no me mataste?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora