Mis padres se encontraban llevándome a mi antiguo instituto, bueno, aquel que algún día lo fue. El lugar donde todo había ocurrido.
Sabía que no estaba preparada, que cada parte de ese lugar me traería recuerdos dolorosos pero entonces no se me ocurría otra forma de despedirme a mi manera.
Llevo en mi cartera tres cartas, que mi razón entiende que al final nadie las leerá pero mi corazón necesita despedirse de ellos en palabras. Porque los sentimientos son tontos, irracionales y no saben de despedidas. Pero cesan y se calman con algunas tonterías cursis.Esa mañana no besé a Mattew, no saludé a Ezekiel y cuando tuve a Elijah a unos metros de mí, no corrí a abrazarlo porque le tenía miedo. Pero ya no lo siento así. Hubiese dejado que me llevaras contigo apaciblemente, Elijah. Después de todo, ¿Cómo podrías ser malo? ¿Puede acaso el diablo lucir como un ángel?
—¿Estás segura de hacer esto, Lorai? —pregunta mi madre desde el asiento delantero volteando la cabeza para verme.
Mi madre me dice Lorai en ocasiones. Los chicos un día lo oyeron mientras estábamos en casa y Mattew desde entonces me decía Lorai cuando buscaba ser tierno.Asentí con la cabeza aunque profundamente estaba mintiendo, pero necesitaba venir por última vez, necesitaba respirar este aire, el último aire que respirábamos todos juntos esa mañana.
Mi madre me extiende la mano en ofrecimiento en el estacionamiento, creo que sabe que aunque le digo que estaré bien, necesito un poco de ayuda. Le recibo el gesto y le apreto fuertemente la mano. En mi cabeza suena "take on me" que era una de las canciones que escuchamos como grupo la última vez que nos reunimos la semana anterior al tiroteo, en la casa de Ezekiel. Él solía tocar la guitarra y le gustaba cantar esa canción y "Cant help falling in love" de Elvis.
Ésta última sonaba en mi mente mientras accedía al instituto y todos observaban fijamente a la sobreviviente del tiroteo, a la que decidió no disparar, o quizás para muchos la única sobreviviente intencional. Observo a la dirección con los directivos viéndome con desdén, probablemente con recelo, porque sé profundamente que jamás nos habían querido aquí. Voy directo a las taquillas y suelto la mano de mi madre como quien vuela libre porque aprendió a hacerlo.Veo entonces primeramente a mi taquilla con escritos que no estaban antes; "zorra, tú lo causaste todo", "CULPABLE" así, en letras grandes.
Sigo mi camino hacía la taquilla más cercana, la de Jhay, solo para observar. Pero ésta a diferencia no está tan rayada como la mía y me pregunto si es porque él fue disparado. De todos modos no se salva de algún troll que le ha escrito "Te olvidaste de morir tú". Me pregunto también si Jhay seguirá viniendo al instituto.Sigo mi camino hacía dos taquillas conocidas enfrentadas, la de Ezekiel y la de Elijah. Ambas son un reflejo abrupto de la hipocresía de la sociedad. Una está repleta de flores con una foto de Ezekiel como si en vida hubiera sido un ciudadano ilustre mientras que la taquilla de Elijah está escrita por cada lado. Me acerco a ésta primero y paso mis dedos por la taquilla sintiendo la presión de los murmullos del alumnado viéndome fijamente como me acerco a contemplar la taquilla del tiroteador, del cruel verdugo.
"Hijo de puta", "Te hubieras matado tú", "Asesino" en rojo, "Púdrete en el infierno" y algún que otro insulto más. Tomo mi carta y la intento meter por algún espacio, lo cual no era una tarea muy difícil ya que la taquilla está abollada a golpes y probablemente con razón. Luego prosigo a hacer lo mismo con la taquilla de Ezekiel, mientras que me detengo a ver el decorado de flores que odiaría, y su foto, que seguramente ha dado su familia porque Ezekiel no solía subir fotos o tomárselas siquiera. Leo la dedicatoria "Gran compañero" y me rio para mis adentros porque nos marginaban todo el tiempo.
Admito que Ezekiel era el menos hostigado por Angela, porque sus padres eran políticos importantes. Mientras que Mariana y los demás profesores con suerte se memorizaban su apellido o su nombre y se referían a él como "el chico de gafas".Retomo mi camino por el pasillo nuevamente siendo centro de todas las miradas como nunca antes. Es impresionante el poder del morbo, supongo que en parte por esa razón es que Ethan lo aprovechó al máximo.
Mi ruta es fija, el último casillero, el de mi tierno Mattew.
Pero entonces una voz me paraliza llamándome por mi nombre "Loraine..." dijo. Me doy media vuelta para verla, a ella, a Sophie. Contemplo el hecho de verla entera, porque no la había visto cuando ocurrió todo y aunque me esforcé en recordarla después, me había dado cuenta de que no prestaba atención en ella. Tampoco es que haya significado un alivio enorme haberla visto en la lista de sobrevivientes, porque ni siquiera la había visto entonces. Pero supongo que era bueno saber que no murió.—Sophie, sigues aquí...—le digo casi sin saber que decir.
—No me queda de otra, mis hermanas estudian aquí y tampoco podemos darnos el lujo de mudarnos, así que la escuela más cercana es ésta.
—Entiendo —le digo. Pero realmente no lo hago. No sé si yo podría seguir aquí.
—¿Y tú? —instó —¿Te irás?
—Sí, no puedo quedarme aquí, ya sabes, todo me recuerda a ellos —digo llevando la mirada a un lugar donde no se sienta incómodo.
Ella no deja de verme fijamente.
—Entiendo —me dice finalmente. Y creo que la conversación terminará, pero siento que debo preguntarle algo, que tengo una deuda con ella.
—Sophie...—le digo —¿Puedo hacerte una pregunta?
Ella extrañada pero calma, asiente la cabeza con gesto tranquilo.
—¿Dónde te encontrabas cuando todo sucedía? Es decir, no podía verte...
—En mi asiento —me dice sorprendentemente —.Había llegado incluso antes que todos, siempre estuve ahí. Y cuando comenzaron los tiros y se rompieron las ventanas junto a Lissa y Zoe me lancé al suelo y me arrastré a esconderme bajo mi pupitre.
—Entonces Elijah probablemente tampoco te vio...
Ella asiente con la cabeza orgullosa de su reacción.
—Supongo que son las ventajas de ser invisible, ¿no?
Sonreí y asentí con la cabeza sin remedio más que encontrarle la gracia a la desgracia.
Era la primera vez que sentía familiaridad con alguien del salón después de lo que pasó. Ella me devolvió la sonrisa y se marchó antes de que tocase el timbre.—Adiós Loraine, que tengas suerte—dijo despidiéndose gentilmente.
—Tú también, Sophie...
Y ojalá la tengas, porque ya eres muy afortunada.
Las personas comenzaron a dispersarse a mi alrededor como hormigas ajetreados por el timbre, con nostalgia recordé que nuestro grupo siempre se encontraba a tiempo en el primer timbre porque no solíamos salir al receso. No puedo evitar pensar y preguntarme a la vez, como es que escondió Elijah un rifle subiendo cuatro pisos ni sobre el pánico de las personas cuando éste lo sacó. O incluso el pánico en el rostro de Angela que esa mañana se encontraba concentrada en sus papeles, o la cara que ponía quizás suplicándole que no lo haga al verlo apuntarla. Me pregunto cómo es que han pasado solo unos días desde que éramos parte de todas estas hormigas y hoy algunos son partículas del mundo y otros, como yo, lobos solitarios que hemos quedado deambulando por la tierra reuniendo los pedazos rotos de nuestra vida para volver a comenzar después de algo así.
Me alzo de valor y dejo la mente en blanco para ir a mi última parada y destino; la taquilla de Mattew. Voy en camino sujetando con fuerza la carta que le escribí mientras recuerdo el lunes anterior al día zero, que habíamos pasado la madrugada juntos. Nos habíamos ido a un puente cerca de su casa y nos sentamos con los pies al aire.—¿No te da miedo? —preguntó él riendo fijando la mirada en mí.
Niego rápidamente la cabeza con total seguridad y una sonrisa perspicaz.
—Me hace sentir viva—digo mientras lo veo fijamente y me rio como loca.
—Estás chispita, Lorai. Pero te amo.
Fue la primera, la única y la última vez que me dijo te amo.
No di respuesta alguna y lo tomé del cuello para empujarlo hacía mí y besarlo con todas mis fuerzas.Mi carta para él en este caso era mucho más corta que para las del resto que escribí, ésta era clara y concisa.
"Yo también te amo"
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¿Por qué no me mataste?
غموض / إثارةÉl ha matado a todo su salón, a excepción de ella. ¿Por qué?