4| Beauté

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-¿Ocurrió algo allá adentro?

Negué con la cabeza.

-Tranquilo, Jean. No hizo nada malo.

Su preocupación era entendible, salí de aquella habitación con lágrimas secas en mis mejillas, ojos rojo, y moqueando.

-No importa su nivel de clase social, y cuánto puto dinero tenga, yo le romperé la cara si es que te ha hecho algo.

-Tranquilo, en serio, al contrario, él me trató muy bien. Ahora solo quiero ir a casa, tengo mucho sueño.

Y mientras él me acompañaba, mi mente estaba en otra, en recordando los momentos de hace un momento con el Lord, todo un caos en mi cabeza.

-Trabajas en la basura y te tratan como animal, te golpean e insultan, ¿Cómo es que aún sigues de pie? Estás muy delgada, puedo ver que no tienes dinero.

Esas palabras entraban en mi pecho como puñales, pero tenía razón, son hechos de mi vida, ¿Es que acaso iba a insultar por decir la verdad?
Mi labio se apretaba para no emitir sonido alguno.

-Pero aún así, tu belleza me deslumbra. Dime, ¿Cómo es que se dice "belleza" en francés?

Abrí la boca tratando de quitar el nudo en mi garganta y con mi mayor esfuerzo lo hice, hablé.

-«Beauté.»

-«Beauté»- repitió.

-Se acerca la hora mi lord, tenemos diez minutos.

-¿Qué puedes hacer en diez minutos?

-¿Qué le gustaría que hiciera?

Volví a la realidad fuera de mis pensamientos cuando Jean volvió a hablar.

-¿Qué opina Levi acerca de este trabajo?

-¿Qué?

-¿Qué opina él? Porque dudo que deje a la única mujer que queda en su familia trabajar en un burdel.

-Bueno... Por favor no le digas nada.

-Mikasa.

—¿Que quieres a cambio?

—Nada. No quiero nada.

Silencio.

Y antes de que yo llegara a la puerta de mi casa lo escuché, no lo que dijo, pero escuché el  murmuro de su voz.

—Esta vez llegaste más tarde.

La voz de Levi.

—Lo siento. Surgieron complicaciones con los telares, y tuvieron que buscar a Jean para que nos ayudara, un día muy agotador.

Me miró analizandome de arriba hacia abajo.

—He estado guardando una que otra moneda, mañana podremos comer algo exquisito.

Parecía sorprendido.

—No es necesario que salgas a trabajar, además hoy en día es difícil que una mujer consiga trabajo.

—Y es por eso que debo mantenerme en el mío, no puedo dejar que alguien más me lo quite. —Me acerqué a él quien estaba sentado en una silla mal armada pero resistente, me puse de rodillas frente a él, y acaricié sus piernas de manera que no se preocupara por mí, como una señal, luego apoyé mi cabeza sobre ellas.— No tienes que preocuparte por mí, prometo que todo está bien.

—Tranquila. Además, se rumorea por el pueblo que ha llegado un duque en busca de un artista para hacer un par de pinturas.

Levanté la cabeza y le sonreí transmitiendo confianza y alegría.

—Espero que tengas mucha buena suerte en ello, tal vez y es una oportunidad para nosotros.

—Eso espero—. Acarició mi cabello.

Levi tiene un gran talento, demasiado si se trata de pinturas, yo misma podría apostar a que él sería un gran artista si no fuera por la situación en la que estamos, dónde somos minorías y cualquier intento que hagamos sea menospreciado por la clase alta. Ellos nunca fueron un problema para mí, pero no negaré que desde muy pequeña me hubiera gustado poder vestirme con esas hermosas telas, tan delicadas, finas y de hermosos colores, tener tantos vestidos con esos detalles de joyería, una corona tal vez, era avaricia, pero uno se da cuenta que no  podrá tenerlo todo a medida que va creciendo, y yo me dí cuenta de ello cuando tenía 5 años y todos mis sueños se iban desmoronando, rompiendo todos uno por uno, el sueño de verme bonita, de poder ser alguien, todo a la basura porque quería ahorrarme las burlas y humillaciones de los que sí tenían todo. Tuve todo lo necesario para poder seguir con vida, no me quejaría nunca de eso, y siempre estaré agradecida con Levi, porque él me animaba y me hacía sentir como una princesa.

Un recuerdo pasa por mi mente, uno en dónde él había conseguido unas telas, pidió un telar prestado a una señora que vive en la casa de al lado y me hizo mi primer vestido como en el que usaban las mujeres refinadas de la plaza. Bueno, hizo el intento, pero aún así ese fué mi vestido favorito, una belleza que nadie más tuvo, pero lo triste de todo esto es que a medida que fuí creciendo el vestido se fué haciendo más pequeño.

—Será mejor que descanses. —Su voz sonaba más cansada que la mía, era entendible, él tiene 20 años más que yo, aunque su apariencia era más jóven.—Deberíamos volver a salir como lo hacíamos antes, no sé si llo recuerdas, eras más pequeña.

—Lo recuerdo bien.

Habían tantas cosas que quisiera que volvieran a ser como antes, cosas que quiero que acaben.

Va te reposer, jolie. Demain sera un autre jour.*

Me levanté del suelo y sacudí mi vestido, y antes de retirarme dejé un beso en la cabeza de Levi, una costumbre que ya se había quedado entre nosotros, como decirnos "buenas noches." O "descansa."

Y la misma rutina de las noches, irme a dormir con un sentimiento de culpa al mentirle a mi primo que ha estado conmigo en las buenas y malas, un sentimiento de miedo porque sé que tendré pesadillas, pero a la vez siento paz por sus dulces palabras y ahora una sonrisa de estúpida por recordar como aquel hombre me acariciaba, y como me hablaba diciéndome cosas tan bonitas, tan encantadoras.

Beauté.

La manera en cómo lo pronunciaba, cómo me llamaba, me concideraba alguien bonita.

* * *

*Ve a descansar, bonita. Mañana sera otro dia.

Espero que les haya gustado, perdón por tardar en actualizar.

El Perfume De Su Piel | eremika | (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora