Prólogo

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Eran las 6 de la tarde en Tokyo y un jóven que recién salía de su trabajo de medio tiempo volvía a su casa en bicicleta.

—Oye Naruto, llevales onigiris a tus padres— una señora llamó al jóven de 25 años.

—Gracias señora Hirai— sonrió.

Naruto era una persona trabajadora, tenía un sueño por cumplir hace más de 10 años. Siempre sonreía, no importaba si no conocía a nadie.

Al llegar a casa, dejó sus zapatos en la entrada y se dirigió a su habitación.

—¿Comiste, hijo?— una voz se escuchó de la sala.

—Claro que sí, mamá.

Se sentó en su escritorio a leer una solicitud.

—"Solicitud de las Fuerzas de Autodefensa de Japón"— leyó.

Su madre no sabía de ésto, posiblemente lo hubiese rechazado, Naruto sabía lo que conllevaba entrar en éso, pasaría años sin ver a su familia por la especialización que requiere ya que Japón no tiene un servicio militar como tal. Si bien, era consiente de que le tenía que decir, no tenía valor de hacerlo.

—Este es mi sueño— susurró— bien, debo prepararme para mi otro trabajo.

~❀~

Estaba anocheciendo y, en la misma ciudad, en un gran edificio, se encontraba una jóven de 24 años tras un escritorio repleto de papeles.

Hinata Hyūga, una mujer educada en las más prestigiosas escuelas, inteligente, bonita y... Con un carácter muy destacable.
Ella pertenecía a una familia billonaria y era heredera de una fortuna grande. Su padre, Hiashi Hyūga era director de la aerolínea más importante de Japón; Juuken Airline® hasta su fallecimiento, por tanto, la empresa quedó a manos de su tío debido a que era muy jóven. Hizashi Hyūga quedó con la tenencia de su sobrina y así también del manejo de la aerolínea.

No era sorpresa que no se llevaban muy bien, cada que podía intentaba humillar a la jóven con tres palabras "Eres tan incapaz" o a compararla con su hijo, Neji, de 25 años de edad.
Hinata comenzó a guardarle rencor a ambos, ya que su primo y su perfección tapaban todos sus logros y, en efecto, era el único orgullo de la familia.

—¡Maldita sea!— golpeó la mesa con el puño —Me niego a compartir la mesa con ellos.

—¿Qué desea que haga? Si quiere puedo cancelarla— su secretaria habló.

—No, no... Si la cancelo creerán que me vencieron en su juego sucio.

—¿Irá?

—Por supuesto. ¿En qué restaurante era?

—En "Konoha".

—De acuerdo— sin pensar más, tomó su bolso y salió.

Caminaba decidida, los tacones retumbaban en el suelo dando a conocer su poderosa presencia. Pensaba en qué decirle a su tío cuando estuviera frente a ella. Había algo que la inquietaba, la empresa compró otro avión pero éste tenía fallos, curiosamente los documentos le daban la responsabilidad a Hinata cuando ni siquiera había movido un dedo.
Tenía que defenderse, cualquier error le costaría con la dirección de la aerolínea, además, ya era considerada como incapaz a pesar de todo su esfuerzo.

Ésa era la vida de aquella chica.

No Es El Destino ¿O Sí?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora