Capitulo 10

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Naruto había recibido un paquete por correspondencia. Estaba emocionado, el remitente era aquella organización de autodefensa.

Le habían enviado un uniforme a medida.

Al tomarlo notó que decía su nombre, una tormenta de emociones lo voltearon.

—Hinata...— susurró.

Estaba dolido, le dolía mucho haberla lastimado. La extrañaba, sentía que no se podía alejar de ella.
Por fin estaba aceptando que sentía algo por la mujer.

—¿Es amor?— se sentó en la cama.

Pensaba en llamarla, no quería que fuera tarde, al final estaba entendiendo que si era amor, y no solo amistad como él se engañaba.

Se decidió, la llamó.

Hinata estaba en su casa, era desempleada. Pasaron dos días desde que renunció a su trabajo. Neji la llamó muchas veces pero ella no quería contestar ¿Cómo le iba a contar lo mala persona que era su padre?

Había abierto un paquete de galletas, no tenía más opción que comer algo. Su tío no había hecho nada aún para manchar su imágen, estaba preocupada, pero no iba a volver allí. Jamás.

Escuchó su celular sonar. Pensó que alguien había leído su currículum y la llamaba para una entrevista. Lo había llevado a 5 aerolíneas diferentes.

Pero no era éso, Naruto la llamaba.

Se desesperó, no sabía qué decir, no sabía por qué razón la llamaba ¿Se habrá equivocado?
Tomó el celular y contestó.

—¿Hola?— dijo tímidamente.

—¿Dónde estás?

—En... Casa.

—¿Puedes venir a mi casa? Por favor.

—Pero no sé...

—Te pasaré la dirección por mensaje. Te espero.— dicho éso le cortó.

¿Qué le ocurría? Estaba muy frío.

Hinata agarró su abrigo y salió corriendo de su departamento.

Naruto se miraba al espejo. Se estaba probando el uniforme que le habían enviado.
Sinceramente pensaba que Hinata no iba a ir, pero luego de una hora el timbre sonó.

No le dió tiempo de cambiarse, entonces abrió.

Ella lo miró de arriba a abajo.

—Ahh...— suspiró ella.

—Hinata yo...

—¿Querías mostrarme ésto?— señaló su ropa— podrías haberme dicho que irías... Que no cambiarías de opinión.

—Hinata...— no pudo decir nada.

—No tienes idea a qué renuncié...— susurró para que él no escuchara.

—¿A qué renunciaste?— preguntó. Su expresión era de tristeza.

—No importa...— se dió media vuelta, planeaba irse.

—Dímelo por favor... así sabré a qué renunciar también.

Ella se detuvo.
Ambos pensaban lo mismo, pensaban que cada uno había renunciado a su amor para seguir con su objetivo.

Quiso preguntar, pero el televisor de Naruto transmitía algo que parecía hablar de ella.

Los dos entraron a ver. Su tío había actuado. La estaba difamando por los medios de comunicación.
Cada canal hablaba de lo incapaz que era, de lo inútil que es la única hija de Hiashi Hyūga, una de las personas que más importaban en Japón.

No Es El Destino ¿O Sí?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora