Capitulo 6

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Naruto se encontraba rellenando el formulario para las fuerzas de Autodefensa. Su familia había dicho que lo apoyaría pero que le dolía mucho el hecho de no verlo por años.

—¿Estaré haciendo bien?— se preguntó. No podía dejar de dudar el ir... Tenía a sus padres, sus amigos y... ¿Un amor? No, ella no le correspondía, ella no le gustaba, sólo estaba siendo amable.

—¡Demonios!— tiró el papel en la mesa. No entendía sus sentimientos— Voy a quedarme por ahora, tengo que aclarar bien ésto sino no puedo irme tranquilo.

Tomó su abrigo de cuero y salió.

Entró a una tiendita, parecía una pastelería y salió con una caja mediana.

Hinata estaba volviendo a la empresa exhausta de tanto buscar a Naruto.
Se encontró con una sorpresa. Él estaba esperando apoyado sobre una pared con una caja en brazos.

—¿Buscas a mi primo?— se paró frente a él.

—No... a ti sí. Quería pedirte disculpas por cómo te traté el día de tu cumpleaños.— dijo avergonzado— por eso te traje este pastel, quisiera que hagamos las pases y festejemos hoy— sonrió.

Hinata sentía un impulso de abrazarlo y darle una cachetada. La hacía feliz con su disculpa pero no le gustó cómo se comportó con ella ese día.

—También me disculpo si dije algo que no te gustó.— agregó la pelinegra.

—¿Entonces?¿Quieres salir a comer?

—Me parece bien.

Ambos fueron al mismo lugar al que se conocieron.

—¿No trabajabas aquí?

—Si, pero renuncié para entrar a otro trabajo.

—¿Para seguirme?— bromeó.

—Ey, era casualidad que nos encontraramos.

—Bien, bien, te creo.

Después de varias discusiones por la comida se decidieron por ramen. Algo simple pero delicioso.

—Gracias por la comida— dijeron al unisono mientras despegaban los palillos de madera.

—Naruto.

—¿Si?— el rubio se llenaba la boca con fideos.

—Dame tu número de teléfono.

—¿Eh?— se ahogó. Comenzó a tomar agua pero estuvo un rato tosiendo.—¿Mi número?

—Si. Verás, no me llevo bien con nadie, pero contigo es diferente.

—¿Sólo por eso?— preguntó incrédulo.

—Claro. ¿Por qué más seria?

—Ahh... Bien— Hinata le dió su celular para que lo agende. Él tenía alguna esperanza, sabía que cada vez se sentía más interesado por ella, pero por lo que veía no era correspondido.— aquí tienes.

—Gracias, Naruto. Bien, tengo que volver a casa.— se levantó.

Ambos se despidieron.

Naruto volvió a casa.

Era el día siguiente. Quizá pensaran que él se dió por vencido, pero no es así. No quería conquistarla, quería agradarle y hacerle compañía. No aceptaba que la chica le gustaba, tampoco pensó que enamorarse era una opción. Su única justificación para estar cerca de ella era lo que había pasado, la presión que tenía y su posible baja autoestima y sí, Hinata tenía baja autoestima, actuaba insegura y ponía distancia cada vez que alguien se abría con ella o intentaba tener una amistad. Ésto se debía a las palabras de su familia sobre su persona y capacidades, ella siempre estaba a la defensiva, a pesar de querer demostrar su valía pensaba que no era suficiente o incluso inferior. Su mal carácter, su impulsividad sólo demostraban que tapaba algo; su debilidad y no quería que nadie más la atacara por ello.

Claro que Naruto sabía de ésto, le hacía un perfil psicológico cada vez que se veían. No por algo se graduó de psicólogo con honores en la mejor universidad. Pero había un problema, nunca se examinaba a sí mismo, tampoco se quería hacer un diagnóstico. Naruto seguía siendo terco consigo, él intentaba reprimir unos sentimientos que guardaba en el inconsciente.

El chico se acercó a la aerolínea Juuken Airline® a la hora del almuerzo.
Tenía todo calculado, Hinata a esta hora salía a comer algo después de todo el trabajo, obviamente iba a estar hambrienta, entonces, venía con el almuerzo que él mismo había preparado para ella. (Y todavía se niega a aceptar lo que siente)

Al verlo, Hinata sonrió inconscientemente.

—¿Hola? Es raro verte por aquí— miró por todo el edificio haciendo alusión a qué se refería.

—Bueno, te traje el almuerzo. Sé que sales a comer a esta hora. Sólo porque eras mi cliente— aclara tiempo después— así que... Ten.

—Gracias...— tomó la bolsa y miró de qué se trataba.
Era Takoyaki, unas bolas de pulpo.

Era Takoyaki, unas bolas de pulpo

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—Se ven deliciosas. ¿Quieres acompañarme?

—Claro.

Éso se volvió costumbre, cada vez almorzaban juntos algo que él traía para ella.

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Hola! Me alegro mucho que les esté gustando la historia. Gracias por todo el apoyo.🍭❤️

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