Capítulo nueve: Todavía contigo.

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—Señor Jeon —lo llaman, y el se pone de pies de inmediato, es el médico.

—Si, soy yo —lo acompaño a su lado, él entrelaza sus dedos con los mios, yo aprieto su mano.

—Su madre no está bien, se quedará internada por el tiempo que le queda.

—¿Por el tiempo que le queda? Eso quiere decir que no es mucho —Jungkook está de los nervios, a pesar de yo haberlo calmando un poco.

—Me temo que no, lo siento mucho, pero su madre cuando máximo tiene tres días, puede acompañarla en su habitación, ella está despierta, me retiro —el veterano se da la vuelva y se marcha.

Coloco una de mis manos en su mejilla y lo hago mirarme. Está a punto de explotar de nuevo en llanto.

—Tienes que estar con ella este tiempo, has con ella lo que no hiciste en todos estos años, habla con ella y dile todo lo que no pudiste, yo voy a acompañarte —asiente. Me mira.

—Gracias, Leah, no sabes lo mucho que agradezco lo que haces por mi, yo...

—Tú eres el chico que quiero a mi lado y no tienes que agradecer nada, para eso estoy —le aseguro —Vamos a verla —lo incito. El mueve su cabeza en afirmación y camina cogido de mi mano hasta donde está la habitación que le asignaron a la señora Jeon.

Cuando estamos frente a esta, toma una bocanada de aire, aprieto su mano, me mira, le dedico una sonrisa, él me la devuelve tenue y abre la puerta. Entremos. La señora Jeon está en una camilla con miles de aparatos conectados a ella. En cuanto nos siente nos mira, y una sonrisa se dibuja en su rostro demacrado. Incluso así es muy bonita.

—Chicos, que bueno verlos —menciona, con voz apagada, pero sin dejar de lado lo dulce —¿Ya fueron a su cita? No me digan que la interrumpieron por esto, no me lo perdonaría —nos miramos por unos segundos.

—Ya volvimos, mamá, tranquila, nos la pasamos bien, ¿no es así, Leah? —me pregunta.

—Así es, sí, Jungkook me compró un helado de chocolate —miento, siguiéndole el juego, la mujer sonríe muy grande.

—Me alegro mucho, pero vengan, no se queden ahí —nos invita.

Jungkook deja mi mano y ambos nos acercamos a la camilla, Jungkook se coloca en la cama y yo me siento en una silla que hay cerca. Él intenta parecer que no pasa nada, pero se que está sufriendo por dentro como ningún otro.

—Qué bonita estás, Leah, Jungkook también está muy guapo, ¿verdad? —me mira, yo sonrío fingiendo una felicidad que no tengo ahora mismo.

—Graciad y sí, Jungkook va muy guapo —respondí.

—Verdad que si. Estaba emocionado por tener una cita contigo, no paraba de hablar de ello —comenta —Jungkook cuando está nervioso habla hasta por los codos ¿no lo sabías? —niego, sonriendo de verdad esta vez, necesito olvidarme de lo que puede pasar por un momento. Por Jungkook —Hay si parece una cotorra cuando lo está, me vuelve loca —río.

—Mamá —reprocha Jungkook.

—¿Qué? ¿He dicho algo que no sea verdad? Si Leah va a estar contigo tiene que estar preparada para soportarte —suelto una carcajada —Vez, ella se está divirtiendo. Leah, cariño, tienes que ser fuerte y sorportarlo mucho, tenle paciencia, con el tiempo te acostumbrarás, ah, y más le vale tratarte bien cuando esté contigo de verdad —se me corta la risa y paso un mechón de pelo por mi oreja, me he puesto nerviosa.

—¡Mamá! No hables de esas cosas, incómodas a Leah —añade Jungkook. La mujer ríe.

—No he dicho nada que no sea mentira, para las parejas es esencial el sexo, y tu debes de tratar bien a Leah cuando lo hagan —mis mejillas van a explotar, y cuando miro a Jungkook, él está igual o incluso podría decir que peor.

—No le hagas caso a esta loca, Leah, ella delira —menciona Jungkook y yo aguanto no reírme de él. Esto es muy chistoso y muy incómodo a la vez.

Pero nos reímos, la pasamos bien, y Jungkook podía decir que su madre, todavía estaba con él, a su lado.

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Still with you › jjk ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora