|Capítulo 3|

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Marie Harrison

Nuevamente ver a Dereck me planto un sabor amargo, con unas cuantas palabras basto para aumentar el odio sentido por él, es increíble como pase de amar a Dereck a detestarlo... en un infeliz, pero ni crea le permitiré estar cerca de mi hijo.

Desbasto mi corazón un año atrás, actualmente lo con más intensidad destrozo con su asquerosa petición. Lo más valioso es mi hijo, es mi única debilidad ¿Cómo se atreve a proponerme esa barbaridad de entregar a mi hijo, como si nada? Sobre todo, a decir que esa mujer lo educara como su madre, sucumbiría si escucho a mi hijo llamar a otra mamá.

Demonio... tenia que reaparecer con falsos sentimentalismo de paternidad Dereck, no me engaña, algo busca, pero de mi hijo no sacara ningún beneficio.

Empujo a Dereck fuera de mis pensamientos, suficiente tuve con que me arruinara mi día. En la actualidad estoy de regreso a mi empleo con Matteo, me toco buscarlo, en la guardería van a fumigar debido a las arañas venenosas nativas del lugar, Australia es hermoso, sin embargo, la mayoría de los animales peligrosos cohabitan por doquier. Matteo juga entretenido con un juguete chillo, eso lo ayuda a estimularse mucho, mientras tanto preparo la cena de mi jefe, agradezco muy profundo que aviso no acudiría a almorzar, perdí mis compras de la mañana, suspiro ya que me tocara subrogar el dinero derrochado.

Le doy supervisión a Matteo, en lo que culmino de realizar la cena, preparo una sopa de vegetales, pan de ajo y filete de carne término medio, no es por ser presuntuosa, puesto que cocinar se me da de lujo. Lo poco lo aprendí me lo enseño mi abuela, evocar su nombre remueve nostalgia, ignoro por mi bienestar aquella sensación, lo demás fueron recetas que busque en foro, que empecé a poner en práctica, esto que preparo lo ejecute hace 3 semanas.

Apago la sopa casi concluyo, proceso terminar de sacar el pan del horno, una alerta se activa al no escuchar el juguete de Matteo, giro a ver y no esta, ¡Dios como gateo tan rápido! Troto a la sala, el espacio el cual conecta de una vez con la cocina.

Mi corazón brinca de alivio a verlo, pero un hombre demasiado guapo captura mi atención, esta arrodillado cerca de mi hijo, sin contra llego en donde ellos, el hombre levanta la mirada.

Por Dios, esos ojos océanos provocan que una corriente mane en mi columna,

¡Es guapísimo!

Marie enfócate, indaga quien es ese hombre.

Cargo a mi hijo, desviando mi atención de ese sujeto, pero siento su mirada inquisidora enfocada solo en mí. Como si un rayo de realidad me golpeteara, caigo en cuenta, estoy frente a mi jefe.

—¿Señor Enzo?

—Si, usted es Marie Harrison —asiento, perdiéndome en el tono de su voz.

Matteo jala mi cabello aterrizándome.

Se nota llego tiempo sin contacto masculino.

—Cariño, no, eso le duele a mamá —ríe sin vergüenza —Señor, lo siento, perdóneme... pensé que vendría una vez me fuera, fui demasiada atrevida en traer a mi hijo sin su consentimiento —hoy nada confabula a mi favor.

El señor me observa curioso, de seguro pensando en lo osada que soy. Bella impresión para conocer a mi jefe, no sostengo su mirada, desvío la mía.

—Es placer conocerla por fin... —vuelvo mis ojos con él, este hombre no puede negar ser italiano para ser tan hermoso, ¿Hermoso? Abofeteo ese pensar —por fin puedo darle un rostro a quien se encargo de mi casa, siendo sincero la imaginaba más mayor, no una joven, así como usted —¿Así como yo? —sobre su hijo, pues tendrá una explicación, sobre todo porque lo descuido... —me muestro enojada, me insinúa soy una perezosa que no cuida de su hijo.

Enzo Vitale |Vitale 1|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora