|Capítulo 15|

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  Marie Harrison

Como era de esperarse, Dereck volcó su atención en mí al oír mi voz. Sus ojos brillaban de molestia por mi causa. Direccionó sus pasos hasta quedar a nuestro frente, hizo como que ignoro a Enzo. Su gesto tenso me tomó por sorpresa. La mirada de Dereck clavada en mí, con una molestia evidente. Sabía que mi presencia no era bienvenida en aquel momento. En su mirada, se podía percibir una tensión que delataba la incomodidad de su parte al verme. A pesar de estar allí, parecía hacer un esfuerzo por ignorar a Enzo, como si intentara evitar cualquier contacto o reconocimiento hacia él. La situación se tornaba incómoda, y yo me sentía como un elemento fuera de lugar en su mundo.

Pero no deje intimidad de sus ojos, que alguna vez fueron el motivo de estremecimiento en mi corazón. No me iría sin Matteo. Mi atención la tenía presa, mi hijo, quien estaba inquieto, me necesita a su lado, mi alma se quebraba de solo imaginar su desesperación por volver a mis brazos.

—¿Tú qué demonios haces en mi casa? Lárgate antes que llame a tu amigo el policía — el tono de voz a pesar de buscar disfrazarlo de molesta, lo delataba los nervios, antes de responder a Enzo lo hace por mí.

—Hazlo, si quieres te presto mi celular, así te encierran como lo mereces, por sustracción de un menor —los presentes jadean con sorpresa. Dereck trago con incómodo.

—Es mi hijo, no opines en lo que no te importa, Enzo. ¿Además, tú que haces de brazo con esta sirvienta? —dice con desdén. Esté hombre, no se sabe otro insulto, ya creo suyo inmune a esa palabra usada de manera humillante.

—Ella es mi esposa, que sea la última vez te refieres de a ella así.

—Enzo, ¿tú, casado con esa mujer? —esa pregunta resino cómo un eco incómodo, ya que venía de la mimada de Rebecca.

—Rebecca, silencio, niña, no es el momento. Enzo, querido, no entiendo por qué estás aquí con esta mujer, pero nada de lo que te ha dicho es cierto, nosotros estamos velando por el bienestar de mi nieto, no es necesario un escándalo... van a perturbar a Matteo —mi esposo blanquea la mirada.

—Zara, no me esperaba de ti, encubrieras las bajezas de tu hijo. Y, por favor, no vengas hacerte la abuela preocupada, sé todo de tí. No vine aquí a perder mi tiempo con tu familia.

Sonrío por primera vez con superioridad. Me suelto del brazo de Enzo, me encamino a esa mujer. Mi cielo se estira con euforia al verme.

—Ma... —Jadea con alegría.

—Dame a mi hijo —en verdad quiero gritarle, pero no alzaré la voz solo por Matt.

—¡No te atrevas, Corina! Ella y su acompañante se irán ya sea por las buenas o las mal...

—Usted, señor Clark, no hará nada, o ser que quiera agregarse más cargo a su expediente

Dereck mira entre furia y confusión a Luna, la cual se abrió a un ritmo de pasos elegantes entre la gente.

—¿Tú quién demonios eres?

—Luna Baumann, abogada de la señora Vitale. Yo, siendo usted, no impediría que el menor Harrison regrese con su mamá, ella está en derecho de llevárselo, el niño está declarado con el apellido de su madre.

—Por favor —dice Dereck con burla —. Que tenga su apellido no cambia nada, además mis abogad...

—No soy estúpida, señor, no me subestime, poseo una orden del tribunal familiar que respalda el derecho de la señora Vitale a llevarse al menor Harrison consigo —los invitados murmura, los observan con desaprobación, recelo y decepción. Tal parece que la familia perfecta por primera saca a relucir sus manchas.

—Si te vuelvo a repetir que me regreses a mi hijo, no será de manera amable — en un tono de voz más alto me dirijo a esa mujer, no se vuelve a alejar, tomo a mi bebé, él sé guida a mí, me abrazaba. La felicidad inundaba mi ser mientras sostenía a mi pequeño.

—Ma, ma, ma —balbucea, mi bebé.

—Sí, precioso, acá está mamá —beso repetidas veces su cabeza. La dicha saturaba mi corazón, controlé el nudo en mi garganta, contuve mis emociones abrumadoras, ella no apagarían el alivio de poder respirar el aroma de mi cielo. Otra vez la vida me vuelve a servir—. Te amo mucho.

—¡Corina, yo te dije que no se lo dieras!

—Hijo no es el momento, cálmate —su madre lo retiene cuando vine con furia a mí, le dice algo al oído. Enzo planta a mi frente, no aparta sus azules ojos de él. Luna por igual le hace frente.


—Te espero en el tribunal, Dereck. Tú fuiste que empezaste, no me mires así, por mí no volvería a ver tu cara —arrullo a mi niño. Nos damos la vuelta para irnos.

—Obvio, esto no termina, maldita sirvienta de mierda —cierro mis ojos. Enzo se detiene, en corto segundo él está delante del poco hombre. Si no lo presenció no me lo hubiera creído, mi marido. Toma del cuello a mi ex, lo empuja con tanta fuerza contra una mesa de bocadillos que el hombro de Dereck se dislocó, el sonido del crujido repentino rompió el aire, seguido por un grito ahogado de dolor. Se llevó la mano al hombro, su rostro desfigurado por la agonía. El brazo colgaba en una posición extraña, claramente fuera de lugar. Cada intento por moverlo provocaba oleadas de dolor que lo obligaban a contener otro grito. Su familia e amigos corrieron hacia él, preocupados por la repentina e impactante lesión.

Sería hipócrita decir que le tengo pena, tampoco me alegro. Enzo se muestra impasible, regresa a mi lado.

—Vámonos...

Salimos de ese lugar, me dedico abrazar fuerte a mi hijo. Me olvido de lo sucedido, suena muy cruel, pero en cierta parte se lo merece, bueno, eso contradice mi anterior pensamiento, pero que más da.

Luna se despide, antes pide hablar con Enzo a solas. Yo me entro al auto, me siento atrás, pongo a mi hijo en mis piernas, me permito llorar.

—Te extrañé, mamá, te extraño como no sabes, sentía que moría, y de lo único que quiero morir es de amor, así tí, cariño —Matteo aprieta mis mejillas, su risita llena el espacio, pegaba saltitos de felicidad con sus manitas agitándose en el aire. Su calidez transformó el aura normal del auto lujoso, en algo mágico. Todo cambio con su regreso.

Enzo entra —. Lo siento mucho, Marie, yo...

Tomo su mano, la aprieto.

—Gracias, yo y Matteo estamos agradecidos.

Matteo levanta su manito y acaricia la mejilla de Enzo, quien responde con una tierna sonrisa, y mi pequeño responde igualmente mostrando sus encantadoras encías. Ambos me llenan de ternura, no quiero borrar esta escena de mi memoria.  

***

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Enzo Vitale |Vitale 1|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora