¿YOU AND ME? || LUKA COLUCCI

FAMILIA

La sala musical se llenaba de una nueva melodía, sostenía el violín mientras tocaba The Last Rose of Summer para ser exactos, no tenía idea de la hora en exactitud, las pesadillas cada vez eran más reales, odiaba cada segundo de no poder dormir. En ese momento solo me concentraba en las partituras que tenía en frente, había practicado mucho la pieza con la esperanza de tocarla en la audición a Juilliard, aunque para eso faltase unos años, era mi único sueño, ser la violinista más reconocida de mi generación.

Todo en mi mente se esfumo al notar que me salté una nota, me detuve quitando la visión de mi futuro, con tan solo unos segundos me bastó para no soltar alguna grosería.

- ¿Otra vez sin poder dormir?

Di un respingo el escuchar la vos de papá a mi lado, quité la mirada de las partituras volteando con una pequeña sonrisa de inocencia encontrándome con su rostro lleno de cansancio, pero manteniendo esa hermosa sonrisa que heredé.

-Perdón papá

El mayor me extendió una taza de té caliente mientras él sostenía otra, al parecer se había despertado hace mucho, dejé el violín con cuidado para dar un buen sorbo de la bebida caliente.

-Tienes un don único y no lo digo solo porque eres mi hija

Reí junto a él, agradecía tanto esos pequeños momentos que compartía con mi padre, lo seguí con la mirada cuando se movió al piano, se sentó haciendo un espacio para que lo acompañara lo cual hice, miraba atenta mientras tocaba, los rayos de luz no tardaron en aparecer llenando el estudio, para mi tortura ya había amanecido.

-¿Te irás?

Pregunté sin dejar de mirar a papá cuando terminó la pieza que tocaba, este solo asintió con una mueca, mi corazón se estrujó como cada vez que se iba de viaje por negocios.
Papá se acerco rodeando mi cuerpo con sus brazos, dejó un beso en mi cabeza susurrando “Perdón mi princesa” solo asentí con la cabeza mientras me separaba.

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Las horas pasaron desde que papá se fue al aeropuerto, ser tan exitoso lo mantenía ocupado, aunque se debe reconocer que hacía espacios en su agenda para pasar tiempo con su hija. Los abuelos debían llegar aproximadamente en un par de horas, esperaba inquieta sin moverme de la escalera principal.

-La puerta no va a escapar cuando dejes de verla

Solté una pequeña risa ante el comentario de el señor Martín, el hombre había servido a la familia desde que nací, un compañero cuando mi padre no estaba, era un viejito muy sabio y chismoso, aunque eso se me olvidaba cuando no me delataba con mi padre o eso creía.

-Estaba esperando a mis abuelos… ¿Sabes en cuanto llegarán?

Pregunté mirando como el señor de tercera edad se sentaba a mi lado, era tan viejito que parecía de la promoción de mi abuelo, los dos canosos y arrugados como pasitas.

-Hace unos minutos llamaron, ya están por llegar

Se puso de pie acomodando su traje, siempre bien vestido el señor Martín, era buena compañía.
Hice una mueca escuchando la carcajada que soltó el hombre mayor, me puse de pie al ver como el viejito se iba a quien sabe dónde, caminé a la sala de música mirando el móvil. Como era de suponer, mi padre ya había abordado el avión.

Me acerqué al violín, mi instrumento favorito, aunque también sabía tocar el piano y la guitarra, nada mejor que mi preciado violín, al cabo era lo que me había dejado mamá desde que nos dejó a causa del cáncer, una historia triste que por única y última vez fue contada por mi padre en mi cumpleaños pasado, era ella o yo, pero ella prefirió salvar la vida de la hija que nunca conoció, sabía que sería la pieza faltante de su esposo ante su partida.

Estaba tan concentrada tocando el violín que no noté como el tiempo había pasado, al detenerme escuché aplausos de la otra esquina de la sala, al girar vi a mis abuelos mirándome, aunque el mayor tenía cara seria porque no le gustaba que su familia se involucre más en la música sabía que le gustaba como sonaba cuando tocaba el violín.

-Mi princesa, te extrañé tanto

Al escuchar a mi abuela corrí a ellos dejando el instrumento de lado, al llegar a ellos los abracé con fuerza quedando entre ellos, había pasado un año desde la última vez que los había visto. Me separé un poco sonriendo a mis abuelos, el hombre acomodó mi cabello mientras que mi abuela me sonreía como si fuese un tesoro valioso.

-Nieta mía… ¿Cómo estuvo tu fin de año escolar? Imagino que siempre la mejor de la clase

El abuelo León Bustamante, ¿Qué podía decir sobre él? Siempre queriendo que sea la mejor, aunque lo era tanto en la escuela como en la música, a él más le importaba el estatus que mantenía, mientras sea sobresaliente en la escuela, él tenía muchos planes a mi futuro, uno de ellos heredar una empresa que creó tras dejar el ámbito político.

Mientras tanto mi abuela, ella resaltaba como mujer, no sabía como seguía a lado de mi abuelo si eran totalmente diferentes, bueno, eso me había comentado mi padre y mi padrino.

El día se pasó volando, de tanto charlar con mis abuelos llegó un tema de negocios, al día siguiente debía ir a un almuerzo con ellos para conocer a unos inversionistas, sabía que ese tema no iba a ser de agrado para mi padre, pero mi abuelo ya era una persona de edad y quería ayudar en lo que fuese, aunque sabía que León Bustamante era más fuerte que un roble e iba a durar más tiempo en la tierra que algunos miembros de la familia.