≛ nυeve

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 υno de febrero




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DESDE SU LUGAR, ANA OBSERVA A JACKSON. El rostro del hombre contenía un dolor de aquellos que la joven sabía nada, ni nadie sería capaz de curar. Eso pesaba en su corazón y con mucha más fuerza, en su consciencia.

Suspira pesadamente, sintiendo un segundo después el vibrar de su aparato celular. Ella observa la pantalla y el nombre de su padre se marca en esta. Cautelosamente, en completo silencio, ella se escabuche entre los espacios de la casa de los padres de Jackson, que, en esos momentos, se encuentra invadida por personas que han venido a acompañar a la familia en tan difícil momento.

Llegando al borde de la larga escalera la joven contesta la llamada, enfrascándose así en una apacible conversación con su padre. Mientras ella avanza por el segundo piso, su padre pregunta cómo va la jornada, lamentándose prontamente no poder estar ahí. Él había tenido el agrado de conocer al padre de Jackson en mayor profundidad durante el último año, entablándose una comunicación bastante amena entre los hombres. Desgraciadamente, por temas de trabajo, él no había podido asistir ese día.

—¿Cómo estás?— pregunta su padre cuando ella ha cerrado la puerta de pequeña sala de estar que la familia tenía en el segundo piso.

Inevitablemente, Ana vuelve a suspirar y un gesto exagerado en su mirada es inevitable. Si solo ella pudiera hablar honestamente con su padre y contarle todo lo que estaba en ese minuto ahogando sus sentimientos y pensamientos.

—Cansada. Han sido horas muy difíciles.— se limita ella a decir.

—Puedo imaginarlo, cariño.— pronuncia su padre. —Bueno, sabes que cualquier cosa que necesites, solo debes llamar. Estaré pendiente.— ella sonríe a la eterna amabilidad y compromiso de su padre, agradeciéndole inmediatamente.

La llamada termina y esta vez, el suspiro que abandona su pecho es casi eterno. Por unos segundos, su cuerpo se encuentra vacío y no permite el aire entrar y cuando su corazón comienza a latir velozmente por la falta que siente, ella vuelve a respirar. Apoya sus manos en el marco de la ventana y ve a través de esta la pequeña y silenciosa tormenta de lluvia y viento que afuera se desata.

¿Era tan malo lo que estaba pasando dentro de ella? ¿Todos esos deseos y sentimientos que quieren interponerse sobre la realidad que está sucediendo? La verdad era que ella no quería estar allí. Lo único que deseaba era correr a los cálidos brazos de su amor.

De pronto, detrás de ella, el sonido de la puerta al abrirse la alarma. Ella se gira y su corazón salta en emociones. Una mezcla que la hace feliz y la lastima con gravedad. Todo era una maldita confusión en ese momento y los preciosos ojos azules del actor le indican que él lo entiende, pero, aun así, pide más.

LA CHICA   ▪︎   CEVANS (#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora