≛ treinta

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ocho de junio












ANA SIENTE UN PEQUEÑO MAREO e intenta, a través de sus paulatinas respiraciones, tranquilizarse

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ANA SIENTE UN PEQUEÑO MAREO e intenta, a través de sus paulatinas respiraciones, tranquilizarse. Del otro lado de la línea sigue el sollozo y la suplica hacía la profesora, que solo incrementan su angustia.

—Carol...— susurra ella. —¿Dónde estás?— quiere saber, pensando en todo lo que podría haber sucedido.

—Él no está aquí...— contesta la mujer del otro lado y Ana sabe que ella se refiere a Mark. —Por favor, necesito irme de aquí. No puedo...— el llanto de la mujer calla sus propias palabras.

—Necesito que me escuches.— sostiene la chica con claridad, continuando enseguida. —¿Hay alguien más a quien puedas llamar? ¿Alguien cercano que pueda ir por ti? Puedo hacer una llamada a la policía...

—¡La policía no hará nada! No han hecho nada...

—¿Lo denunciaste?

—Una vez. Cuando lo descubrió, fue peor.— confiesa Carol aun entre sollozos de su propia angustia.

Ana guarda silencio por unos segundos, mientras trata de mantener su mente fría para pensar con absoluta claridad. Todos los horrores de Mark habían llegado a un punto que Carol no podía ya soportar. Esto era sin duda su grito de auxilio.

—¿Tienes familia cerca? ¿Alguien a quien llamar que pueda ir por ti?— inquiere la profesora y la respuesta que recibe es negativa.

Toda la familia de Carol vivía en Chicago. La única persona que tenía en esta enorme ciudad era Mark y eso la había su víctima perfecta. Ella podía asegurar que Carol no mantenía contacto alguno con su familia por causa de aquel patán.

—Dijiste que él no está...— comenta Ana. —¿Puedes salir y pedir ayuda a alguien cerca de donde estás?— pregunta y antes de su respuesta, otro pequeño sollozo se escucha de parte de Carol.

—No puedo mantenerme de pie. Creo que me rompí mi tobillo.— la chica contiene un quejido de sorpresa a lo que su mente imagina inmediatamente.

Sin duda, no era momento de preguntar por detalles, ella lo podía hacer más tarde y tan rápido como sus pensamientos crean escenarios, ella ha decidido que hacer.

—Envíame tu dirección.— le pide a Carol, añadiendo más al segundo. —Estaré ahí de inmediato ¿Puedes abrir la puerta?— pregunta y la mujer dice que lo intentará.

En los próximos minutos, ellas comparten más detalles de cómo enfrentar lo que viene. El tiempo era preciado y Ana debía actuar rápido. Carol le entrega el piso y el número de su departamento, como también el consejo de que en el lobby del edificio no diera su información, sino que la de su vecina, ya que Mark tenía la estricta instrucción a que cualquiera que apareciera en el edificio a preguntar por ella, se le negará absolutamente.

LA CHICA   ▪︎   CEVANS (#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora