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NIKLAUS MIRÓ SIN DISIMULO A LA RUBIA QUE SE ACERCABA CAMINANDO POR LA ORILLA MANTENIENDO SUS PIES EN EL AGUA

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NIKLAUS MIRÓ SIN DISIMULO A LA RUBIA QUE SE ACERCABA CAMINANDO POR LA ORILLA MANTENIENDO SUS PIES EN EL AGUA.

Pensó que, tal vez, había vuelto al mundo en forma de fantasma y podría ver a su hija aunque sea invisible pero estaba equivocado.

—¿Se encuentra bien, señor?

Klaus le dió una nueva mirada llena de confusión y frunció su ceño por completo.

—¿Puedes verme? —preguntó pausadamente, dándole un vistazo a sus manos.

—Mmm, ¿si? —rio la rubia confusa, dándole una mirada también a las manos del hombre.— ¿Necesita ayuda? ¿Está perdido?

—¿Donde estamos? —preguntó inmediatamente.

—En Grecia. —respondió la rubia viendo la mueca sorprendida del hombre.— ¿Quiere que llame a la policía?

—Grecia... —murmuró Niklaus completamente sorprendido.— ¿Que hago aquí?

—¿Recuerda su nombre? —volvió a hablar la mujer haciendo que el desconocido enfoque su mirada en ella.

—Niklaus Mikaelson. —respondió este.

—Mi nombre es Alysa Galanis. —se presentó esta acercándose unos pasos mientras tendía su mano.

Niklaus miró su mano extendida extrañado y pensó que esa era su oportunidad de saber si en verdad había muerto o de alguna extraña manera había vuelto a la vida.

Lentamente e indeciso acercó su propia mano a la de la chica y segundos después ambos se estrechaban esta. Para la chica ahora conocida como Alysa, ese apretón de manos se veía bastante extraño mientras que Niklaus ideaba miles de planes e ideas para intentar entender que había pasado y para poder confirmarlo e irse hasta su hogar.

—Bien... —murmuró Alysa alejando su mano con delicadeza.— ¿Necesita llamar a alguien para que vengan a buscarlo?

—Eso creo. —murmuro también él.

El Mikaelson miró a la rubia sacar de su bolsillo su teléfono y desconectar de este un cable negro para luego extenderlo en su dirección.

—Puede llamar a quien quiera, tómese su tiempo. —sonrió cálidamente ella.

Klaus, un tanto desconfiado como siempre, tomó con lentitud el teléfono como si esperara que la rubia le salte encima con una estaca, pero nada sucedió por lo que rápidamente colocó el número de su hermana mayor, Freya y se llevó el teléfono a su oreja.

Ni siquiera escuchó los típicos pitidos que te indicaban que estaban tratando de contactarte con alguien. Simplemente la voz robótica dijo que aquel número no existía.

Frunció su ceño confuso e intentó otra vez, la misma respuesta.

Intento con el número de Rebekah, Kol y Marcel, ninguno existía.

Con su última gota de esperanza marcó el número de su hija, el cual había sido el más reciente en aprenderse.

Nada.

Ningún número existía y no entendía porqué.

—¿Todo bien? —lo distrajo la suave voz de la rubia.

—Mi hermana no contesta el teléfono. —mintió tendiéndole nuevamente el pequeño teléfono.

—Oh, está bien. Tal vez esté ocupada. —intentó animar la rubia, haciendo que el híbrido sienta un poco de culpa por mentirle tan descaradamente.— No debería ofrecer esto pero puede esperar un momento en mi casa hasta que su hermana conteste.

—¿Dejarías entrar a un hombre al que has conocido por cinco minutos a orilla del mar? —preguntó alzando sus cejas sorprendido.

—Me gustaría pensar que no es un asesino en serie y que algún día, cuando yo lo necesite, me devolverán la mano. —sonrió levemente Alysa viendo la diminuta sonrisa del híbrido.

—Apreciaría mucho tu hospitalidad. —terminó por decir Niklaus metiendo sus manos en su abrigo.

—Bien, espero no le moleste caminar un poco. —la rubia se giró sobre si misma hacia la dirección contraria a donde iba.— Salí un momento a caminar, mi casa esta por ese lado.

Niklaus asintió comenzando a caminar a un lado de ella. Ambos iban en silencio, metidos en sus propios mundos pero increíblemente ninguno se sintió incómodo con la presencia del otro.

Por primera vez, Niklaus no se sentía amenazado y por un momento temió haber dejado atrás su lado híbrido pero se calmó a si mismo cuando se concentró en oír el corazón de la rubia, logrando escuchar cada latido de este...

Era una bella melodía.

Caminaron en silencio durante unos minutos hasta que a la lejanía lograron divisar una pequeña pero linda casa sobre la arena.

—Ahí es. —señaló la rubia la casa de color celeste cielo bastante alejada de las demás.

Niklaus no respondió con palabras, simplemente asintió en silencio y siguió a la rubia que subió unos escalones y luego abrió una puerta corrediza mientras murmuraba un suave "adelante".

De no ser por su audición mejorada, Niklaus no lo hubiera escuchado, pero igualmente colocó un pie lentamente en el interior para ver si podía entrar a aquella casa y lo logró.

—Siéntase cómodo. —habló la rubia moviendo unas cosas de su sofa azul oscuro.— Lamento el desorden, no tengo muchas visitas.

—No se preocupe. —habló este finalmente recorriendo la habitación con sus ojos, notando algunos cuadros colgados en las paredes.— ¿Usted pinta?

Alysa frunció su ceño ante su pregunta y se giró a ver al hombre quien se mantenía de pie observando atentamente unos cuadros a un lado de la escalera que daba al segundo piso.

—Si, bueno, pintaba. —suspiró ella volviendo a ordenar un poco el lugar.— Ya no tengo mucho tiempo, ni inspiración.

—Es una pena, sus cuadros se ven fantásticos. —halagó el rubio girándose con sus manos en su espalda.

—Gracias... —murmuró conmovida.

Y Niklaus pudo notar el cambio en su voz y los latidos de su corazón, y no tuvo que ser sobrenatural para ver la tristeza en los ojos de la rubia.

—¿Usted pinta? —preguntó ella ahora, cortando su intención de indagar por aquel cambio de humor.

—Si, es mi pasatiempo favorito. —el híbrido se acercó a ella y tomó asiento en el sofá de la chica.— Pero hace un tiempo no he tenido la oportunidad de plasmar algo.

—Si gusta puedo traerle mis pinturas y mi caballete. —sonrió con tristeza la rubia.

—Tal vez... con una condición. —miró el hombre a la rubia quien alzó sus cejas expectante.— Que dibuje algo conmigo.

—Oh, perdón pero... —rio nerviosa.— Hace mucho que no tengo ideas para dibujar algo.

—Puedo ayudarla con eso. —habló el híbrido completamente seguro.— Solo un dibujo.

La rubia suspiró desviando su mirada a la pared de su escalera donde sus antiguos dibujos la saludaron tristes así que cuando volvió su mirada al hombre alzó sus hombros.

—Puedo intentarlo. —asintió esta viendo la sonrisa del híbrido haciendo que ella también sonriera.

AFTERLIFE - Klaus Mikaelson. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora