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ALYSA SE ENCONTRABA SENTADA EN SU TERRAZA FRENTE AL MAR, TENIENDO FRENTE A ELLA UNA MESA DE MADERA ANTIGUA DONDE YACÍAN SUS COLORES JUNTO A SU HOJA BLANCA

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ALYSA SE ENCONTRABA SENTADA EN SU TERRAZA FRENTE AL MAR, TENIENDO FRENTE A ELLA UNA MESA DE MADERA ANTIGUA DONDE YACÍAN SUS COLORES JUNTO A SU HOJA BLANCA.

¿Alysa? —llamó una voz grave a su lado.

La rubia sacudió su cabeza saliendo de su ensoñación y se giró a mirar a aquel extraño que había conocido hace unas horas atrás, quien la miraba curioso.

—Nada sale. —habló finalmente ella después de un silencio, dejando su lápiz sobre la mesa.

—¿Puedo preguntar que la tiene tan abrumada? —preguntó el rubio viendo la sorpresa en los ojos de ella.— Soy bueno leyendo a las personas.

—Es complicado. —murmuró ella nerviosa.

—Lo entiendo. —asintió en silencio el rubio hasta que otra vez volvió su vista a la mujer.— Piense en eso que la tiene abrumada.

Alysa frunció su ceño viendo con confusión al hombre quien le asintió otra vez y sin otro remedio la rubia suspiró mirando al frente donde el mar y el cielo se unían en una línea para pensar en su vida.

—¿Lo tienes? —murmuró suavemente Niklaus viendo lo hipnotizada que estaba la rubia quien le asintió.— ¿Que sientes?

—Siento como... —habló sin aire la mujer.— Como si fuera una marioneta.

—Entiendo ese sentimiento. —murmuró recordando brevemente sus primeras veces con la oscuridad, cuando esta lo controlaba.— Ahora, visualízalo en tu cabeza. Hazle una forma, algo que puedas ver e identificar.

La rubia cerró sus ojos respirando profundamente mientras seguía las indicaciones de Niklaus hasta que luego de unos minutos asintió en silencio, por lo que el rubio siguió.

—Ahora, toma tu lápiz y plásmalo.

Alysa abrió sus ojos dejando un par de lágrimas caer y como si estuviera en automático, tomó su lápiz para comenzar a trazar líneas. Klaus vio con orgullo como su toque no había caído y continuó con su propio dibujo.

El silencio reinó entre ambos, lo único que se escuchaba eran las olas romper contra la orilla y las aves que pasaban sobre sus cabezas. La luz del sol no pegaba tan fuerte ya pero aún no se escondía, tal vez tenían unas dos horas de luz natural antes de consumirse por la oscuridad.

Y cuando el sol estaba comenzando a ocultarse bajo el mar, Alysa dejó caer su pincel llamando la atención de Niklaus quien se encontraba dándole algunos detalles a su dibujo.

—Terminé. —susurró incrédula la rubia.

—¿Puedo verlo? —preguntó suavemente el híbrido viendo el asentimiento de ella, así que con cuidado de no arruinarlo tomó la hoja entre sus dedos.

Al ver esta pudo captar a una mujer en el centro, justamente en su interior había otra mujer igual pero esta parecía quejarse. Ambas mujeres estaban paradas bajo la luz de una lámpara mientras que lo demás era negro.

AFTERLIFE - Klaus Mikaelson. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora