03.

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UNA SEMANA COMPLETA HABÍA PASADO DESDE QUE NIKLAUS TOMÓ UN LUGAR EN LA VIDA DE ALYSA, Y UN LUGAR EN SU CASA TAMBIÉN.

Una noche le contó lo que tanto temía aunque de una forma más... humana.

—Me temo que mi hermana no esta buscándome. —había dicho el híbrido moviendo con delicadeza la taza de café humeante entre sus manos.— Tuve una discusión con mi familia y, solamente huí. Todos querían encontrar una salida de eso pero, no había tiempo.

—Tal vez puedas ir a buscarlos y disculparte. —recomendó la rubia envuelta en una manta y ocupando una de las sillas que junto al hombre había colocado en la orilla del mar.— Arreglar su problema juntos.

—No lo sé. —suspiró el híbrido alzando su cabeza para ver el océano de noche.— Arrastré a mi hermano en la pelea, creo que él también está distanciado.

—Bueno, no soy la mejor para dar concejos familiares. —murmuró la rubia haciendo una mueca con sus labios y continuó mirando el perfil del hombre.— Pero si tienes la oportunidad de arreglarlo todo y volver a estar juntos... yo te digo que lo hagas. La familia es... como un bastón.

Niklaus se giró a ver confuso a la rubia quien asintió rodando sus ojos.

—Rara comparación, ya lo sé, Niklaus, quita esa cara. —balbuceó divertida haciendo reír al híbrido.— Lo que quiero decir es que, cuando te doblas el tobillo; un bastón te ayuda a caminar, ¿no? —Niklaus asintió.— Bueno, ve el tobillo roto como tu problema, pues tu familia te ayuda a avanzar.

—Con cada palabra que sale de tu boca, creo que estás cada vez más loca.

Ambos soltaron una risa en sincronía pero solamente fue Niklaus quien desvió sus ojos de la nada misma para ver la sonrisa y los ojos entrecerrados de la rubia.

Hace tantos años que había dejado atrás el sentimiento de comodidad con una persona ajena a la familia, después de Camille... no hubo alguien más pero en ese momento, con los siguientes días que pasaron juntos, comenzaba a dejar entrar a esa rubia risueña y temerosa.

Recordaba que en un momento lo trataba de usted, intentaba no hacer comentarios extras y era extremadamente correcta. Ahora, con unos cuantos días de conocerse mutuamente, Alysa bromeaba junto a él, se burlaba de él... no sabía como pero la rubia le daba ese sentimiento cálido de un hogar.

Estaba cómodo con ella.

Y se sentía tranquilo pues al parecer nadie de quién Niklaus conocía existía ahí. Era extraño, había vuelto a intentar llamar a los números que recordaba de su familia y pocos amigos que tenía pero nada, absolutamente ningún número existía.

En fin, era viernes por la mañana y Niklaus estaba encerrado como siempre en la habitación de invitados que Alysa le había brindado, mientras que la rubia se encontraba fuera de la casa.

Según le había notificado ella la noche anterior, debía ir a visitar a sus padres en su hogar, el cual dijo que quedaba cerca de su pequeña cabaña.

El híbrido miró por la ventana pensativo como todos los días, ¿que será de su hija? ¿Que será de Elijah? pero esas preguntas jamás conseguían una respuesta así que suspiró cansado de su tortura mental y se dispuso a salir de esas cuatro paredes.

Bajó hasta el primer piso y pudo escuchar el silencio en la casa, sin Alysa con su música o su televisión prendida, sin ella haciéndolo hablar y contar cosas de su vida, sin ella contándole su vida primero para que se sienta cómodo en confiar en ella.

Pero ella no sabía que Niklaus ya confiaba en ella.

Por eso, Niklaus tomo el atrevimiento de inspeccionar su cocina, ver que tenía a mano para sus escasas habilidades culinarias... pero sabía que se las ingeniaría con algo.

AFTERLIFE - Klaus Mikaelson. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora