Era la época dorada de los negocios Internacionales en Corea del Sur, su mejor versión donde grandes empresarios viajaban y conocían nuevas culturas y formas de vida. Sim embargo, todo aquello llevaba molestia y angustia a los Alfistas empoderados...
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Sus risas eran acoples perfectos, tan agudas y altas que podían resultar molestas para cualquiera, pero no para él. Estaba cansado de correr, así que se dejó caer sobre el verde pasto, las copas altas de los árboles y el olor a anís de las flores del mismo a su alrededor. Unas pequeñas manitas aparecieron en su campo de visión, YeonJun le ofrecía un trocito de biscocho que olía delicioso al ser de limón y caramelo y un té de menta en la otra mano. NO lo tomó, otras manitas le entregaban su viejo cuaderno donde en la portada se veía escrito en letras doradas "Betas"; su otro hermano. El hermano que lo había negado y que no quería saber nada de él también estaba allí junto a ellos, sonriendo con sus colmillos marcados como no lo había visto hacer desde los siete años.
-Hyung, tienes que escribir más. -Le susurró, voz lejana y con eco, YeonJun.
-Hyung, tienes que descubrir la verdad sobre ti y hacérselo saber al mundo. -Añadió, como último pedido escuchado antes de despertar, su pequeño TaeHyun.
JungKook abrió sus ojos relajado, revoloteando sus pestañas y inhalando el aroma natural de Jimin y TaeHyung en las sábanas. Aún seguía en la cama de Omega, arropado con fuerza sus costados para que las mantas no descubrieran sus laterales o espalda. Alguien lo había arropado con esmero y cariño.
Se sentó y talló su rostro, con fuerza y bostezando en el proceso. Ahora, estand solo, pudo recordar mejor lo acontecido las ultimas 24 horas. La boda de sus amos, ellos se habían casado y cuando volvieron de su celebración lo arroparon, despertándolo de sus pesadillas como vigías de sus sueños y conteniéndolo mientras le prometían estar ahí y cuidarlo. Había dormido con ellos, descansando y tranquilo por primera vez en su vida. Luego vino el caos en el que TaeHyung lloraba desconsolado, con miedo por él y no por sí mismo, y Jimin le obligaba con voz de mando a...
-No le supliques a nadie. -Murmuró para sí mismo.
¿Pero qué debría suplicar?
¿Que no le golpearan? Por la luna, él era fuerte.
¿Que no le insultaran y menospreciaran? Por la luna, él lo suficiente inteligente como para no dejarse vencer ni rebajar por malos comentarios.
Él era suficiente como para encontrar personas buenas que le ayudaran y labrarse su propia vida, era mucho más de lo que le hicieron creer que era toda su miserable vida. Y eso lo vio gracias a...
¿Sus amos jugaran con sus sentimientos? ¿Ellos eran sus amos o eran... sus amados?
-¿Qué mierda estoy pensando? -Se preguntó a sí mismo destapando al fin su rostro. -Solo quiero a YeonJunnie. -Su cabeza voló, necesitaba escuchar la voz de su hermano pequeño para saber que no estaba perdiendo la cabeza o que no... había muerto y todo era un jodido sueño. Tal vez su padre le había pegado una paliza tan fuerte que no sobrevivió y TaeHyung y Jimin solo eran producto de su imaginación. O estaba en el cielo...
