Era la época dorada de los negocios Internacionales en Corea del Sur, su mejor versión donde grandes empresarios viajaban y conocían nuevas culturas y formas de vida. Sim embargo, todo aquello llevaba molestia y angustia a los Alfistas empoderados...
Maratón pre final 6/7 Notita: lo que hay en cursiva es un recuerdo
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Sus manos ágiles se movían con confianza en la cocina, su cuerpo parecía tener una danza de un lugar a otro controlando los fogones y su mente se desconectó de su cuerpo en cuanto el aroma del Gimbap entró por sus fosas nasales trasportándolo en sus recuerdos.
SeokJin preparaba la comida en la gran cacerola nueva que había tenido que comprar ante el aumento de personas pertenecientes en la mansión. Estaba contento, era feliz al ver a su joven jefe Jimin ser él mismo, ese niño alegre y encantador que él conocía y parecía haberse perdido cuando le tocó madurar. Lo mejor del cambio en el joven Alfa era que no solo había adoptado de nuevo las buenas costumbres de su infancia, sino que seguía teniendo ese poderío y confianza de ser adulto. Como en ese instante en que debía proteger a dos pequeños niños de las garras de unos malvados padres como lo eran los padres de JungKook.
-Disculpe. -Una voz excesivamente grave y que jamás había escuchado captó su atención al irrumpir en la cocina. -Soy el abogado de los señores Park. -Señaló como excusa a su presencia en la casa. -¿Podría darme un vaso de agua antes de marcharme?
SeokJin lo observó más tiempo del que hubiera debido. Un claro Alfa, por su porte autoritaria, voz neutra y mirada angosta. Su cuerpo delgado pero claramente fibroso envuelto en un ajustado traje negro, la altura de ese hombre era inferior a la suya y aún así le pareció intimidante, tal vez por sus oscuros ojos rasgados que lo observaban y destacaban en demasía sobre el lienzo pálido de su piel.
-Claro, deme un segundo. -Murmuró obligándose a reaccionar. Limpiando sus manos en el mandil se acercó a por un vaso a la despensa y lo llenó con agua del cántaro. Al girarse para entregarlo al Alfa dio un brinco por la sorpresa de su repentina cercanía y tiró algo del agua del vaso sobre sus ropas y las del abogado. -Lo lamento.
YoonGi seguía callado, impasible ante los ojos ajenos, observando con detalle como el alto, lindo, de piel clara, mejillas rosas y labios gruesos que incitaban al pecado Omega secaba con toques suaves si traje con su delantal. SeokJin de quedó estático cuando las manos del Alfa tomaron las suyas deteniendo sus actos.
-Mírame a los ojos Omega. -No fue una orden de voz de mando, fue un pedido cualquiera, un llamado de un Alfa destinado a su Omega destinado. SeokJin lo hizo, conectó su mirada al contrario y sus ojos cambiaron en un parpadeo al azul brillante propio de su lobo. Los ojos gatunos y negros centellearon en el rubí opaco y ambos lo supieron. Alfa y Omega de habían reconocido.
La neblina de recuerdos se borró ante el cálido abrazo que rodeó su cintura y pegó su espalda a un pecho fornido. Sus ojos se cerraron cuando sus labios finos besaron en su nuca.
-Jin Hyung. -Le susurró tras su oído. SeokJin tomó sus manos en sus caderas y las soltó de su cuerpo. YoonGi lo miró cansado de sus negativas y rechazos aún cuando era el primero en derretirse ante él por el mínimo contacto.
