Era la época dorada de los negocios Internacionales en Corea del Sur, su mejor versión donde grandes empresarios viajaban y conocían nuevas culturas y formas de vida. Sim embargo, todo aquello llevaba molestia y angustia a los Alfistas empoderados...
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Lo que quedó de mañana fue tedioso y asfixiante para JungKook. Él que solía pasar sus días repletos de tareas y quehaceres ahora tenía demasiado tiempo para sí mismo. Y eso era malo, porque le hacía pensar.
Y, dentro de lo que cabe, estaría bien si pensara en sus hermanos o sus padres, en su pequeño YeonJun o en sí mismo. Pero no lo hacía, él pensaba en sus nuevos dueños.
En TaeHyung, ese Omega que se había colado dentro de él con su dulzura derrochadora de palabras de cariño y sonrisas radiantes. Ese hombre joven que no podía evitar relacionar con la pintura o el anís.
También pensaba en Jimin, ese Alfa que ejercía sobre él un aura de protección que nunca había sentido mediante palabras llanas y escuetas que parecían ser siempre la pura verdad. Ese hombre joven que no podía evitar relacionar con los libros o el olor a té.
Estaba perdiendo la cabeza y todo porque su estúpido lobo le apoyaba en todo. En la idea de refugiarse en Jimin mientras él mismo cuidaba de TaeHyung. En recibir mimos de ambos, caricias de ambos, manos acariciando su piel dañada, marcada y llena de cicatrices...
La silla cayó a su espalda con su repentino levantar de esta, un trueno reinando a la par y la lluvia torrencial cayendo de nuevo sobre la ciudad. SeokJin lo miró al instante confuso, ambos estaban solos en la gran casa pues NamJoon había acompañado a TaeHyung a la boda.
-Na...nada. -Tartamudeó bajando más el gran jersey para cubrir su hombría, si SeokJin lo notó no dijo nada.
-Está bien, ¿quieres que comamos ya? -El menor asintió y se dispusieron a comer sentados en silencio. Solo preguntas tontas de SeokJin o comentarios sin importancia mientras disfrutaban la comida. Al final de esta, en el postre, NamJoon volvió empapado y con la cabeza gacha. -¿Nam? -Preguntó el cocinero viendo con preocupación.
-No me han dejado quedarme al convite, solo me han dejado entrar a la iglesia. -Los ojos del mayor temblaron antes de ponerse a llorar, JungKook comprendía que definitivamente sus amos se hacían de amar para poner tan sensible al hombre siempre recto y sonriente de hoyuelos. -Yo lo he criado, no ellos.
-Nam. -Murmuró SeokJin llegando a él para abrazarlo, JungKook intranquilo y sin saber bien qué hacer se acercó sigiloso.
-NamJoon Hyung. -Le llamó por primera vez con el honorífico, este le miró al instante. -Puede que ellos no lo comprendan y nunca lo hagan, pero usted tiene la suerte de que la persona que ha criado si valora su trabajo y cariño. -NamJoon asintió abrazando a ambos contrarios contra sí.
El Beta, poco a poco, se alejó dando pasos atrás. Necesitaba distraerse, necesitaba no estar pensando en que en ese mismo momento Jimin y TaeHyung estaban ya casado y...
-¿Dónde vas? -Preguntó NamJoon sorbiendo su nariz.
-Al despacho del señorito Park, él me dijo que podía ir a leer cuando quisiera. -Tomó sus cosas y se dirigió a las escaleras.