Para Volver A Amar // Adaptación Emiliaco

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Maratón 1/4

– ¿Linda, has visto a Joaquín? – inquirió Diego, acercándose hasta la rubia de ojos violetas –, ya fuí a buscarlo a su oficina, pero no está ahí, pensé que quizás estaba con Emilio, pero luego recordé que estaba en una reunión, así que obviamente no y necesito que me ayude con unos diseños – dijo un tanto desesperado.

– Joaquín se ha ido con su novio – sonrió Linda.

Diego miró a la chica cómo si estuviese hablando de otra persona y no de Joaquín, porque Joaquín no tenía novio, al menos no que Diego supiera y si es que tenía uno el peligris sería, junto con Niko, los primeros en enterarse.

– ¿Cuál novio? – inquirió el peligris, frunciendo el entrecejo, acompañado de una nueva voz.

Ambos chicos voltearon a su lado, para encontrarse con un Emilio no muy contento y bastante confundido.

Linda miró de Emilio a Diego alternadamente. La chica ahora también se encontraba un poco confundida por la reacción de ambos hombres.

– Pues éste chico hermoso, moreno y de ojos azules, bastante amable y risueño por cierto – sonrió boba.

– Su nombre, Linda, su nombre – apresuró Emilio. Aunque el rizado ya sospechaba de quién hablaba la chica y Diego andaba por las mismas, necesitaba confirmar.

– Bien, bien – respondió la aludida en forma de disculpa.

Linda pensó un momento, ¿cómo había dicho el chico que se llamaba? Sinceramente la rubia había estado más preocupada en mirar sus ligeramente carnosos y rosados labios cómo para prestar atención a lo que dijo. Linda pensó un poco más, el moreno tenía un nombre poco común.

– No recuerdo muy bien – confesó la rubia finalmente.

– Vamos, Linda no creo que no lo hagas, has memoria –insistió Diego.

– Era algo así cómo Ma, Ma, Ma, Mau – dijo la rubia frunciendo el ceño.

– ¿Mauricio? – aventuró Emilio, pero ya sabiendo la respuesta.

– ¡Exacto! – exclamó la chica –, ese era su nombre.

– ¿Cuánto hace que se marcharon? – preguntó Diego.

– Hará cosa de no más de 20 ó 30 minutos – respondió Linda.

– ¡Mierda! – exclamó en un murmullo el peligris –. Tenemos que ir a buscarlos, ahora – enfatizó el oji-marron, dirigiéndose a Emilio.

– Sí pero, ¿cómo vamos a saber a dónde diablos se llevó ese infeliz a Joaquín? – inquirió el rizado, pero Diego lo ignoró mientras corría hasta el ascensor –, ¡Diego! – gritó Emilio siguiéndolo.

– ¿Qué está pasando? – inquirió Linda, casi en un grito, pero ambos la ignoraron.

La chica frunció el ceño y pensó que ambos estaban tocados, así que siguió con su trabajo, limarse las uñas.

– Su apartamento – respondió Diego al tiempo que golpeaba el botón que llamaba al ascensor.

– ¿Cómo? – inquirió Emilio confundido.

– El maldito apartamento de Joaquín, seguro Mauricio lo llevó allí – explicó. En eso las puertas del ascensor se abrieron y Diego entró en él seguido de Emilio.

– ¿Cómo lo sabes? – quiso saber el oji-café, una vez cerradas las puertas metálicas.

– No lo sé – negó el peligris –, pero tengo la esperanza de que así sea – torció el gesto al mirar a Emilio.