IX

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Bakugō sentía como la culpa lo carcomía. Las palmas de sus manos -si ya de por si- estaban más sudorosas que de costumbre. Se sentía ansioso por ver a su compañera y asegurarse que estaba bien.
Sin embargo, una duda rondaba en su cabeza;

¿Cómo había podido lastimar a Yaoyorozu?

La chica no había hecho nada malo para empezar, ni siquiera el estúpido Todoroki que había hablado con ella y provocó su furia sin sentido.

El que tenía la culpa era él y solo él.

Aun estaba en la enfermería y se veía ambas manos, aun con un poco de sangre de la chica recostada en la camilla a un lado de él. Le habían dicho que podía volver a clases pero se negó rotundamente en varias ocasiones, solo por quedarse con la pelinegra.

El cuerpo lo sentía raro, como si hubiese estado dormido durante un buen rato, estaba entumecido, se sentía algo débil y si tomaba la piel de su abdomen podía jalarla lo suficiente para que la pérdida de peso fuera lo suficientemente notoria, su cabello estaba más suave, sus ropas tenía el olor al suavizante que Yaoyorozu siempre usaba.

—¿Aún estas aquí joven? –preguntó Recovery Girl al verlo en la silla giratoria que tenía para sus pacientes —yo pensé que ya te habrías ido a los dormitorios, las clases terminaron hace 2 horas.

Bakugō alzó una ceja y la vio extrañado —¿Dos horas? –al terminar la frase, carraspeó un poco sintiéndose incómodo con sus propias cuerdas vocales.
¿Había estado ahí más de 4 horas?

—Así es muchacho –dijo Recovery Girl –de cualquier manera, le voy a repetir lo mismo que le dije a Cementoss y a Aizawa para quitarle esa cara de preocupación; ella no corre peligro, su herida solo se abrió en dos puntos que aun no se absorbían por completo en su piel, pero de ahí en fuera todo esta bien con su cuerpo –la mujer no vio al chico, pues se había enfrascado en el papeleo que Aizawa le entregó con respecto a sus alumnos —en cuanto se despierte, llamaré a Iida para que venga por ella y la lleve a Iron Heights para que descanse en su dormitorio- no debes de preocuparte y ve a descansar. Mañana tanto la señorita Yaoyorozu como tu se someterán a varias pruebas para ver el posible daño que sufrieron en su psique y-

—Cuando ella despierte, yo la llevaré al dormitorio –interrumpió Bakugō a la mujer, con la espalda curveada y los codos flexionados sombre sus muslos, sin apartar su mirada de una dormida Yaoyorozu.

—Pero muchacho, –la mujer se volteó de su silla para verlo con una ceja alzada—tú debes estar cansado, ¿estás seguro que-?

—No molestes, ya tome mi decisión –la heroina suspiro y se volteó para tomar el teléfono y así llamar a alguien que pudiera hacer cambiar de opinión al joven frente a ella, pero antes de siquiera poder marcarle a alguien él dijo: —y ni All Might me va a mover de aquí. Ya dije.

Y así fue, Bakugō no se movió del lado de Yaoyorozu hasta más allá de las 10 de la noche, cuando ella comenzó a despertar desorientada y algo asustada.
Momo se quejó, sintiendo su cabeza dar vueltas y su abdomen arder, sentía que su fuerza había sido drenada de su cuerpo y que de solo mover el brazo le costaba demasiado.
Sentía un peso extra en el pecho que hacía mucho no sentía y el cabello negro picándole la nariz, provocando que ella estornudara y con la misma espantar a su compañero, que había estado dormitando un poco desde hacía un buen rato.

—¿Ba-Bakugō-san? –su voz distorsionada por la carraspera se escuchaba ronca, lo que le sorprendió luego de intentar tocar su cuerpo para confirmar lo que ya sospechaba al ver al varón rubio frente a ella —¿Qu-Qué pa-?

—Silencio –dijo él en cuanto se acercó a la chica y volvió a acomodar su delgado cuerpo en la camilla. El muchacho la acostó, intentado ser lo menos brusco que su torpeza y nerviosismo le pudieron permitir —volvimos, –Bakugō soltó con simpleza —ahora duermete en lo que voy por Recovery Girl para que te revise y de el alta para largarnos de aquí.
Antes de que Bakugō pudiera levantarse, Momo le tomo la mano con toda la fuerza que poseía -que en ese momento no era mucha- y lo vio a los ojos.

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