Capítulo 38: ''Lakewood''

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Después de un viaje tan estrepitoso, que inició al alba, y siendo ya avanzada la mañana, montado en la carreta tirada por dos mulas, de un buen hombre, un joven con el corazón encogido pero más fortalecido y acompañado de su inseparable camarada, se dirigió hacia tierras más calmas, y con la aurora llegó el aroma a rocío matinal, y entonces lo entendió, había llegado a la hermosa y rural Lakewood, tierra que lo vio crecer en más de una forma y que, según él, era un sitio donde las aventuras "alocadas" no podrían perseguirlo. Luego de reconocer algunos sitios históricos de la región, Albert se bajó de la carreta, se despidió del señor, y se dirigió hacia la entrada principal del pueblo, el cual tenía algunos adornos para prepararse para la entrada de la fiesta de primavera.


Por lo que tras llegar, se dirigió al centro del pueblo, donde al verse tan distinto a su fenotipo, pasó desapercibido, y aunque algunas personas pudieron haber dudado, definitivamente nadie daba crédito de que se trataba del joven Ardlay o de alguien de la familia más importante y acaudalada de la región. Por lo que escondiendo a Poupée, caminó hacia un bar muy conocido en el pueblo, donde después de beber una copa de ron, y unos pretzels como aperitivo, logró escuchar a unos conocidos capataces de la región hablando con tono preocupado de problemas que se suscitaban en el país vecino del sur. Así que guardó silencio, se concentró y puso toda tu atención a la conversación de la mesa adyacente.


Así Albert después pidiendo otro vaso de licor para hacer más tiempo, logró escuchar como los caporales comentaban sobre problemas que venía acarreando México desde la modernización de aquel país, y de la sequía que azotaba al sur de Estados Unidos y buena parte de aquel territorio, pero lo peor era saber que había pérdida de la libertad y de las garantías individuales de muchas personas, lo que provocaba descontento social y por tal un sentimiento de rechazo a los provenientes de tierras norteamericanas, lo que preocupó grandemente a Albert al ver que su amigo podría estar en peligro al continuar trabajando en dicho lugar. Por lo que tras terminar su bebida, fue a la tienda a comprar periódicos para saber la situación del país y ver cómo podría ayudar a Doney.


Al momento de leer los periódicos, Albert se alertó sobremanera al saber que la situación era peligrosa sobre todo para extranjeros y debía ir a ayudar a su amigo en caso de que tomaran las haciendas, miles de pensamientos pasaron por la mente de Albert. Por lo que decidió ir a México, pero no sabía por dónde empezar, era diferente el concepto de ir por gusto a ir en plan de rescate, por lo que leyendo más información en artículos de la biblioteca local y sacando propias conclusiones, decidió llegar al país en plan de "inversión" y de este modo evitar ser detenido por pobladores y autoridades. Aun así, sabía que tenía algo de dinero en sus bolsillos, pero no lo suficiente para hacer ese viaje en esas condiciones.


Por lo que en lo que decidía que hacer, tomó la pauta de ir a su sitio de refugio, brincando el portal frontal, el cual al verlo tenía una gran variedad de rosas entre arbustos y flores enredaderas de la misma familia. Un espectáculo ante los ojos del espectador, sin embargo también vio que se encontraba algo olvidado y descuidado, creciendo maleza entre los brotes y tallos más jóvenes, creciendo casi salvajemente intentando sobrevivir ante la adversidad, reflejándose asimismo en su juventud. Por lo que al verlo, vino a su mente los ratos que pasaba corriendo y jugando con Rosemary, las estaciones del año viendo crecer y mudar las matas, y de tanta retrospección, llegando al momento donde recordó perder a su hermana aquel trágico día, viéndola irse ante sus ojos.


Luego de un momento contemplando sus emociones y las sensaciones que acudían a él, volvió a la realidad, por lo que antes de ser visto por alguien, decidió adentrarse entre los matorrales para ir directo al bosque interior, y tras ir caminando, llegó a un punto hacia la cabaña oeste, que era la más retirada del recinto central y con menos lujos pero más cómoda; así pues, al entrar encontró todo desordenado, por lo que ya el sabiendo que hacer, tomó escoba, trapeador y una cubeta y comenzó a hacer una limpieza algo exhaustiva esperando poder establecerse al menos un tiempo ahí hasta saber qué hacer con la situación de Doney y Clarisse y poder traerlos de vuelta, y luego de saber qué hacer con su vida, volver a emprender sus viajes por el mundo.

El príncipe de la colina: Crónicas de Sir William Albert Ardlay (tomo 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora