Capítulo VI

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La alarma zumbando en sus oídos y el tenue resplandor del sol entrando por su ventana le dieron la bienvenida al inicio de semana.

Tanteando con su mano detuvo el sonido proveniente de su celular y se levantó, estirando sus brazos hacia arriba para luego voltear y acariciar el lomo de Mayu, quien también ya había despertado.

—Buenos días.

Un corto ronroneo obtuvo como respuesta y saltó de un brinco de la cama. Ella también hizo lo propio para dirigirse al baño y lavarse la cara. Volvió nuevamente a su habitación y se colocó un conjunto deportivo para iniciar su rutina de ejercicios.

Como el día anterior había salido a trotar, ahora le correspondían aeróbicos, por lo que movió los muebles de la sala para hacer espacio y se ubicó en el centro, frente a la televisión. La prendió, conectó el YouTube y buscó en su canal favorito para iniciar al son de un mix de música disco.

Dedicó una hora a hacer ejercicios de distinto nivel de intensidad e hizo una corta pausa de hidratación para continuar practicando algunas posturas de ballet que, en el patinaje, eran bastante utilizadas por su elegancia.

Según les había indicado Levi, ese día muy probablemente empezarían a desarrollar los programas, por lo que quería estar más que lista y contar con todas las destrezas posibles para crear coreografías mucho más limpias e impactantes.

Una vez que hubo terminado, fue a darse una ducha y, luego de vestirse, fue a la cocina a prepararse el desayuno siguiendo las recomendaciones recibidas en una lista.

Afortunadamente todo lo que se exhibía ahí era de su agrado, por lo que se tomó su tiempo cocinando hasta servir algo que contenía todas las biomoléculas y nutrientes esenciales en porciones óptimas de acuerdo a lo que su organismo requería.

Desayunó tranquilamente mientras escuchaba algo de música, y cuando terminó lavó los trastes y dejó todo limpio y arreglado. Miró el reloj y, tras comprobar la hora, fue a despedirse de sus padres y regresar para ponerse los zapatos. Mientras lo hacían, sentada al borde del escalón frente a la puerta, Mayu apareció y se acarició en su espalda.

—Sí, cariño. Ya debo irme.

Escuchó un maullido.

—Lo sé, pero eso es lo que me gusta y hace feliz.

Otro maullido un poco más largo.

—Mis expectativas para hoy son altas —se puso de pie y volteó a verla—. ¿Tú qué crees? ¿Hoy va a ser un buen día?

Un último maullido corto.

—Espero que sí —sonrió y se agachó para acariciarle la cabeza—. Nos vemos luego.

Tomó su maleta donde yacían sus patines, se hizo de su billetera, celular y llaves y abandonó el departamento. Para ella, era muy común tener esa clase de conversaciones con su mascota. Algunos quizá lo considerarían como algo descabellado, pero sabía que Mayu la escuchaba y entendía todas las cosas que decía, ya fueran anécdotas o monótonas quejas.

Solo faltaba que le respondiera en el mismo idioma, pero tal y como eran las cosas era más que suficiente.

Bajó trotando las gradas, se despidió de la recepcionista y salió a la calle rumbo a la academia. Conectó sus audífonos a su celular y se sumergió en las melodías que se reproducían en su repertorio sin aminorar el paso.

Más rápido de lo que imaginó se vio en las afueras de su destino, entrando de inmediato. Se dirigió primero a los camerinos, se puso los patines y guardó los zapatos en el bolso junto a las demás cosas en su casillero asignado la semana pasada. Se colocó los protectores de las cuchillas y caminó hacia la pista, bajando unas pocas gradas hasta hallarse a escasos metros del hielo.

MANTO ESTELAR (RIVAMIKA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora