Capítulo IX

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—¡Mikasa!

Con una exclamación aguda, mezcla entre perplejidad y angustia, Levi alcanzó a sostenerla antes de que se estrellara contra el piso. Sasha también se acercó preocupada, y al notar su rostro rojo, puso una mano sobre su frente y comprobó que estaba ardiendo en fiebre.

—Mika —le palmeó levemente las mejillas—. Mika, reacciona.

Esta, aún mareada y un tanto desconcertada, lentamente abrió los ojos y parpadeó, pero cuando quiso dar un paso su pie flaqueó y soltó un jadeo de dolor, recordando de inmediato dónde se encontraba y lo que estaba sucediendo.

Alertados por ese detalle, tanto Sasha como Levi la llevaron a una banca que encontraron cerca y la sentaron ahí mientras las patinadoras y uno que otro entrenador se acercaba a ver, rodeándola en una especie de semi circunferencia. El azabache, sin perder más tiempo, empezó a desatar los cordones del patín izquierdo al tiempo que ella se mordía el labio para aguantar el dolor y no soltar ningún improperio.

Cuando su pie estuvo libre, prefirió desviar la vista para no verlo, pero su amiga y entrenado sí lo hicieron, y aunque estaba todavía cubierto por la venda y las medias nylon, no pasaron desapercibido el tamaño descomunal y para nada normal del tobillo.

Sin pedirle permiso, el ojiazul le rasgó la media y desató la venda, lo que produjo una sensación más intensa al percibir los fuertes latidos de los vasos sanguíneos en aquella zona.

—Oh, por todos los dioses... —susurró Sasha, atónita al ver el color morado que amenazaba con tornarse más oscuro y expandirse por todo el pie.

—Esto está terriblemente mal —comentó Levi, también impactado—. Debemos ir al hospital ahora.

—No creo que sea tan grave... —musitó Mikasa.

—¿No? —él la miró incrédulo—. ¿Ya viste el tamaño que tiene? ¿Tan siquiera puedes moverlo?

Ella hizo el intento, pero cualquier mínima acción hacía que le doliera como los mil infiernos.

—No puedo...

—Eso es más que suficiente. Nos vamos.

—Pero... ¿y la competencia?

—¡Olvida eso! —elevó la voz ante su obstinación sin sentido, asustándola no solo a ella, sino también a los curiosos—. Ahora no estás en condiciones de discutir.

—E-Está bien —se resignó y soltó un suspiro.

—Yo también quiero ir —dijo Sasha.

—No es necesario —el azabache la miró, logrando tranquilizarse un poco—. No pierdas de gana la oportunidad de competir. Yo me haré cargo.

—Pero...

—Sasha —habló la ojigris—. El entrenador tiene razón. Agradezco tu preocupación, pero voy a estar bien. No quiero arruinar tu participación; eso me haría sentir peor, así que hazlo, por todas las personas que vinieron a verte y por mí, ¿sí?

La castaña se mostró un tanto dudosa, pero ellos tenían un punto y tampoco podía negarse a una petición de su gran amiga.

—De acuerdo —mencionó al fin.

—Gracias —sonrió de lado.

—Blouse, confío en ti —le dijo Levi—. Sé que lo harás bien en mi ausencia.

Asintió y, con los ánimos renovados por la nueva promesa, se despidió y se adentró en la pista, dándoles un último vistazo al tiempo que el puntaje obtenido por la ojigris desaparecía de la pantalla.

MANTO ESTELAR (RIVAMIKA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora